miércoles, diciembre 05, 2007

De la contemplacion y la quietud.

Abrirnos al desafío de la quietud puede ser una experiencia reconfortante. Estamos tan enfrascados en el agite de lo cotidiano que olvidamos esa tarea de niños que tan feliz nos hacía. A la vista de lo externo los niños están en continuo movimiento... energía pura en acción, pero la realidad es que aún así pocos seres humanos tienen tanto dominio de la quietud como un niño.

Me atrevo a afirmar esto porque sólo con mucho esfuerzo, dominio de nosotros mismos y práctica continua seremos capaces de pasarnos una hora entera contemplando y eso para un niño es tarea fácil. La contemplación es un ejercicio que requiere de profunda quietud y reconocimiento total del ahora, es decir que para entrar en un estado perfecto de contemplación debemos vaciar la mente de todo y unificarnos tanto con lo contemplado, que nos volvamos la esencia misma de lo que se contempla.

El diario vivir nos aleja (aparentemente) de nuestro propósito de aquietarnos y contemplar, pero no hay necesidad de permitirle a nuestro cotidiano alejarnos de la quietud. Todos los momentos son propicios para la contemplación y justamente en esa complacencia, que da el contemplar, está oculto el conocimiento que encierran las experiencias. Quizás la vida nos ha atraído diversas emociones por medio de nuestras particulares vivencias, pero estamos incapacitados de ver las lecciones que son parte esencial de esas experiencias porque no nos hemos aquietado para contemplar, porque no nos hemos aquietado para abrirnos, porque no nos hemos aquietado para comprender...

Ahora es el momento correcto para que nos levantemos sobre las situaciones que nos conllevan a ser adultos. Ahora es el instante mágico que se nos abre para que hagamos esa conexión precisa que se logra en el relajamiento de la contemplación.

¿Por qué ahora? porque es ahora que estamos atrayendo esta lección de vida a la manifestación en nuestras vidas, no antes. Es muy importante que aprendamos que por la Ley de atracción se manifiestan las cosas, atraemos lo que es correcto para nuestro aprendizaje y nuestro crecimiento en el momento justo para nosotros. Las lecciones jamás se adelantan o se atrasan; siempre están a tiempo. Es decir que no hay necesidad de lamentarse por no haberse sentado antes a mirar el atardecer relajadamente, o la luna saliendo, o la ordenada filita de hormigas laboriosas que nos ayudan en la limpieza de nuestra cocina.......

Nada es casual sino causal, así es que AHORA dispongámonos a disfrutar de lo que por derecho de conciencia nos corresponde. Despertemos a la Gracia de la contemplación dejando que la quietud se establezca en nosotros.

martes, octubre 09, 2007

Darnos cuenta.

"La vida es una gran escuela, y la naturaleza es la principal maestra, pero, si no nos damos cuenta, no podemos escuchar a la maestra”. Es el “darse cuenta” lo que “transforma las lecciones de vida en sabiduría; puede convertir circunstancias confusas y eventos en conocimiento útil”.

Es el “darse cuenta” el comienzo de todo aprendizaje, porque una vez que hemos tomado conciencia del error o de alguna imposibilidad, recién podemos modificar alguna de las acciones que nos podrían conducir a obtener mejores resultados.

“Darnos cuenta”. es una especie de percepción sensible que involucra a todo el cuerpo y que nos llega a través de la experiencia directa. En efecto, no se trataría de algo intelectual, algo razonado, sino de algo que nos ocurre sin explicación, como un chispazo de entendimiento que, arriesgo la opinión, tal vez en estado más elevados es lo que algunos llaman iluminación. Porque después de todo, como dijo Carl Jung, quien se dedicó a la exploración del “espacio interno”… "la iluminación no consiste en ver formas luminosas y visiones, sino en hacer visible la oscuridad”.

Suena interesante, pero… si “darse cuenta” es la condición básica de nuevos aprendizajes que nos posibilitarían los cambios que deseamos generar ¿por qué a veces hasta nos hacemos trampas para evitar “darnos cuenta”, acallando las voces, tanto internas como externas, que en principio nos ayudarían a lograrlos? Tal vez porque, “un signo seguro de un incremento en la capacidad de “darse cuenta” es que nos sentimos como si fuéramos peores”. Porque como al estar más “despiertos”, más concientes, perdemos el amparo y la protección que nos brinda la bendita ignorancia.

Los seres humanos estamos diseñados para aprender, y el aprendizaje es fuente de alegría, como lo testimonian las risas y gritos de un pequeño que se para solo por primera vez. Todo aprendizaje, en cualquier campo, siempre implica una momentánea pérdida de autoestima, una mella en nuestra autoimagen, y nuestros mecanismos de defensa harán cualquier cosa, con tal de evitar el darnos cuenta, para no tener que pasar por el dolor de la pérdida de la seguridad (y comodidad) que nos brindaba el conocimiento previamente adquirido.

Pero si “darse cuenta” es tan importante para nuestro aprendizaje, en cualquier campo, ¿qué podemos hacer para superar este impedimento para nuestro crecimiento personal? Simple, aunque no fácil, tendremos que estar dispuestos, a perder imagen, a vernos momentáneamente bajo una luz que es menos lisonjera de lo que desearíamos. Y tal vez recuperar algo de la naturalidad de los niños, que “viven en el error” mientras aprenden: ellos mojan los pantalones, se caen, dejan caer cosas. Pero como no tienen nada que resistir, naturalmente pasan del “darse cuenta del error”, a una nueva práctica, y de ésta a su corrección, en una espiral de aprendizaje que nunca termina.

Ocurre que muchas veces no conseguimos lo que queremos, simplemente porque… ¡no nos damos cuenta que nuestra atención está enfocada en otro lugar!

viernes, septiembre 21, 2007

La Primavera

Tras meses de inmovilidad, la Tierra empieza a bailar de nuevo. El retorno del Calor y de la Luz es el retorno del movimiento, del sonido, de la actividad. De la oscuridad fría de la Tierra empieza a elevarse la savia y la brisa nos calienta. En esta época la Tierra se empieza a calentar y a convertirse en un Paraíso Verde. Todo es símbolo de Fertilidad.

La Primavera es la Fiesta de la Alegría y del Romance. Es la estación del renacimiento... es vista como lo muerto que renace. Una vez más ocurre el milagro: de los árboles deshojados renacen nuevos brotes y, una vez más, hay cosecha, es decir, vida. Los animales despiertan del periodo de hibernación. Los pájaros regresan nuevamente. Es el momento de florecer, de empezar de nuevo, surgen los primeros brotes jóvenes, las brisas frescas se llevan las telarañas de nuestra mente y podemos planificar lo que deseemos llevar a cabo en esta época de Renacimiento y Crecimiento y al compartirlos con los demás los hacemos florecer.

La primavera es la estación de la belleza, de lo hermoso, de lo deseado, al ver lo bello de la naturaleza, el colorido y perfume de las flores, el verdor de los campos y el canto de las aves, se alegra nuestro espíritu. Nos llenamos de esperanza, sintiendo que la vida los puede colmar de felicidad y amor. Siempre es tiempo de alcanzar la felicidad.

La Primavera es una Celebración de la Renovación. Esta etapa se convierte en el Amanecer de las Posibilidades, el descubrimiento de una nueva visión transformadora, como salir del Huevo por primera vez, de la oscuridad, y ver la Luz, el Espacio y todas las Maravillas de la Tierra. Explorar el mundo exterior tiene una Magia especial en Primavera. Esta Estación homenajea el Poder Eterno de la Vida de regenerarse.

La Primavera nos enseña de la Comunicación y la Inspiración de nuevas ideas. Es el momento tradicional para poner en marcha nuevas ideas, planes y proyectos que se hallaran infundidos por la frescura de la estación.

La Primavera esta relacionada con el Amanecer, con los nuevos inicios. Por ello un rito tradicional es levantarse temprano por la mañana para ver salir el Sol y mirarlo en silencio. El Mundo cambia y deja de ser un lugar oscuro para convertirse en un lugar lleno de Colores y de Luz. Esta Estación del año es una oportunidad para vivir una Metamorfosis Personal, como la oruga que en su proceso de Transformación descubre sus dos bellas alas. Es un momento de Gloria, nació un nuevo Ser, la Mariposa puede volar.

Con la llegada de la Primavera, las semillas rompen su envoltorio para crecer hacia la luz, las hojas y las flores estallan en las ramas para regalarnos sus colores…Se preparan nuestros corazones para recibir las flores, la alegría..... y nuevos sueños y metas!!! Es la época del año en que se manifiestan más evidentemente los procesos del NACIMIENTO y el CRECIMIENTO en cualquier forma de vida.

domingo, septiembre 02, 2007

Perdon y Resentimiento.

Perdonar es la elección consciente de abandonar el resentimiento. Es la decisión de integrar el dolor del pasado como aprendizaje para el futuro. Es el compromiso de vivir 100% en el presente, con la mente y el corazón abiertos, libre de la inercia del enfado no procesado.

El re-sentimiento, es volver a sentir el dolor original… una y otra vez. ¿Para qué? Bueno, parece que el resentimiento es muy útil. Nos sirve para lograr muchos beneficios de corto plazo:
El resentimiento nos sirve para afirmar que nosotros estamos en lo correcto, mientras que el otro está equivocado. Esta convicción nos permite sentirnos permanentemente agraviados por el otro y con una deuda a nuestro favor… siempre pendiente.

-El resentimiento busca (y muchas veces logra) la simpatía de los amigos, porque solo mis amigos son capaces de ver todo el daño que el otro me ha hecho, toda la maldad que se esconde en su ser… y por contraste toda la bondad que rebosa mi alma.
-El resentimiento nos da poder y control, permitiéndonos reforzar nuestra estima en una especie de causa de justicia, que en el fondo esconde nuestra decepción, inseguridad, dolor y temor.
-El resentimiento nos permite evadir la situación y hacer sentir culpable al otro.
-El resentimiento nos hace inocentes frente al problema, sin que nos demos cuenta del costo de impotencia y dolor que pagamos al darle todo el poder al otro.
-El resentimiento me protege de un pasado que no quiero ver y que irremediablemente me ancla, me paraliza y me condena.
-El resentimiento al final es una trampa disfrazada de justicia.

¿Y entonces? Podría olvidarme del tema y hacerme el leso (a)!! No es tan fácil. Pasa que cuando tenemos el juicio de que la otra persona “es” así y que “no hay caso”, que ni siquiera vale la pena pensar en el asunto, estamos simplemente oponiéndonos a las posibilidades de la vida y transformándolo en una resignación igualmente enfermiza. Una resignación que se puede repetir como modelo de vida y que nos lleva a una impotencia aún mayor.

Parece entonces, que el único camino digno y efectivo frente al resentimiento es el perdón. Pero no el perdón que absuelve al culpable, tampoco el perdón que finge que todo está bien, menos aún aquél perdón que alimenta mi aureola de superioridad y santidad, ni tampoco el perdón que abandona el reclamo. Estamos hablando de un perdón auténtico, maduro y que a quien más beneficia es a mi mismo. Se trata de perdonar para trascender las circunstancias y crecer en la libertad de una vida sin el peso de los asuntos pendientes.

Hablamos de un perdón que es una decisión que trasciende los miedos y las mezquindades, que se funda en la compasión como expresión del amor incondicional a la vida. Un perdón que es el proceso (nada fácil por cierto) de hacernos protagonistas y no víctimas, asumiendo la responsabilidad de nuestras emociones, sustituyendo la re-acción por la pro-acción. Un perdón que descansa en la aceptación incondicional del otro en su legitimidad, aun cuando no nos gusten sus comportamientos y aun cuando tomemos medidas para impedir que sus acciones nos hagan daño.

Este tipo de perdón es activo y creativo. “El perdón nace de la humildad y la compasión. Esas virtudes permiten que uno mantenga la paz aún en un estado de no saber, no compartir o no entender las acciones del otro. Dentro de esa paz profunda que trasciende y enmarca la reactividad superficial, es posible considerar las acciones hirientes de la otra persona al admitir que no sabemos sus razones, sus intereses, necesidades, temores y preocupaciones, ni tampoco las historias que condicionan su comportamiento. Pero sí sé que (al igual que yo) está haciendo lo mejor que puede según su propio “observador” y sus competencias para cuidarse. Puedo no estar de acuerdo con sus acciones pero puedo perdonar al actor, liberándonos a ambos del ciclo creciente de conflicto y resentimiento.”

El perdón, es la forma como abandonamos las ataduras con el pasado y proyectamos nuestros sueños al futuro.

lunes, agosto 13, 2007

El reto del Ser.

La insatisfacción es una potente energía que nos moviliza. Comenzamos a sentir la tensión entre lo que demanda un anhelo interior y lo que estamos viviendo cotidianamente. Nos ayuda a darnos cuenta de unos aparentes límites pero también nos permite ver nuestra posibilidad de crecimiento. Si estamos sintiendo insatisfacción es un excelente momento para hacer una profunda reflexión personal, permitirnos momentos de quietud y de sosegada escucha, plantearnos preguntas profundas e imaginar.

En nuestro interior se encuentra un núcleo de tesoros en forma de recursos personales que podemos utilizar para alcanzar nuestro destino. Pero la posibilidad de utilización de estos recursos pasa por el reconocimiento que tengamos de ellos. Si no somos concientes de nuestro potencial el vacío interior puede transformarse en inseguridad. ¿Qué tal concentrar nuestra energía en descubrir los obstáculos que nos impiden la conciencia de nuestra plenitud y el total desenvolvimiento de nuestro potencial?

Las épocas de crisis son un buen momento para desarrollar esa potencialidad porque necesitamos encontrar nuevas soluciones para afrontar los acuciantes problemas. Vivir el presente, en esos momentos más que nunca, es un desafío que requiere abandonar la pereza y pasar a la acción consciente.

Entre las capacidades del ser humano se encuentran los medios que nos permiten vivir desde lo más esencial en nosotros, que nos posibilitan expresar nuestra clave del alma, aquello que nos permite compartir y expandir lo mejor de nosotros mismos. "los medios principales para expresar nuestra voz son: visión, disciplina, pasión y conciencia, que a su vez son las manifestaciones más altas de las cuatro inteligencias (mental, física, emocional y espiritual) y que todas se resumen en una sola y gran palabra AMOR.

Por una parte somos capaces de imaginar aquello que luego podemos hacer realidad. Poseemos la capacidad mental de ver y concretar en metas y planes, lo que deseamos y soñamos. Podemos poner palabras a nuestra visión y teniendo en cuenta nuestros valores establecer prioridades en la vida cotidiana. Además tenemos la capacidad física para comprometernos en una serie de acciones que permitan que ocurra aquello que hemos imaginado. Cuando la disciplina se une a la visión desarrollamos la fuerza de voluntad que nos permite sumergirnos en la realidad y ejecutar nuestros proyectos.

También vamos a necesitar desarrollar la capacidad de entusiasmarnos. Esa conexión emocional, esa pasión surge del corazón y se funda en nuestra capacidad de elegir nuestra propia respuesta frente a las circunstancias. Es el combustible que nos permite avanzar frente a las dificultades y tiene una fuerza intensa cuando nuestra visión y nuestro compromiso de acción integran pasión y compasión. Es decir, liberamos un gran poder cuando nos entregamos a una actividad que nos permite desarrollar nuestra voluntad de sentido y de conexión con algo más grande que nosotros mismos.

La inteligencia espiritual, la conciencia de sentido y aportación, nos ayuda a pasar de las visiones personales independientes a la experiencia de la interdependencia que respetando la individualidad o sentido de nuestro singular papel en la vida, también escucha y siente la totalidad del sistema y del entorno del que formamos parte.

Nuestra inteligencia espiritual nos ayudará a encontrar nuestro propio "para qué", el propósito que da sentido a nuestra vida, nuestra capacidad mental se encargará de concretar el "qué", lo que queremos lograr, nuestra capacidad física nos permitirá disciplinarnos y comprometernos para descubrir el "cómo", es decir, la manera de lograrlo y nuestra pasión será la fuerza de los sentimientos que en cada paso impulsará al "para qué", al "que" y al "como".

Ahora podemos observar las necesidades a nuestro alrededor. Observar los talentos que una vez disciplinados y aplicados podrán responder a esas necesidades. Observar si nuestra conciencia nos inspira e impulsa a pasar a la acción y comprometernos en esa actividad. Quizás ahí se encuentra la posibilidad de dejar oír nuestra voz y de encontrarnos con nuestra vocación. La mente no puede tener lo que no elige ser, por lo tanto la oportunidad está en desarrollar una visión que trascienda nuestros límites y trabajar por ella, de corazón, con conciencia y responsabilidad.
El reto es llegar a ser lo que puedes ser.

miércoles, agosto 08, 2007

Cuestion de actitud.

Como dice Fito Páez, es “sólo una cuestión de actitud”. Si nos remitimos al significado de esta palabra, encontraremos que es “una postura del cuerpo humano, especialmente cuando expresa algo con EFICACIA” ó “una disposición de ánimo de algún modo manifestada”, de lo cual desprendemos que la ACTITUD se proyecta a través del cuerpo y de los sentimientos. Por lo tanto no es un don extraordinario que poseen ciertos individuos sino la predisposición de todos los seres humanos de ejecutar conductas de manera EFICIENTE como reacción por un sentimiento o situación.

Observemos que de una u otra forma, siempre llegamos al término EFICIENCIA / EFICACIA. En el mundo actual donde el éxito en cada área de la vida, es casi una obligación, el FACTOR ACTITUD es lo que nos llevará a lograrlo.

Consideremos la definición de actitud como: predisposición APRENDIDA para responder de modo favorable o desfavorable a un objeto o clase de objeto. Pues bien, si las actitudes están constituidas por las “creencias”, la valoración y la tendencia a actuar, se pueden llegar a modificar a través de un proceso de aprendizaje o cambio de manera de pensar.

El único desafío de esta vida, no es conseguir lo que deseamos, sino seguir desando lo que conseguimos.

El éxito personal es la combinación del éxito exterior, el que tenemos en el mundo, y el interior, la satisfacción personal. Tener éxito no significa sentirse bien o estar satisfecho con la vida, significa tener confianza en que se puede obtener todo lo que se quiere y sentirse motivado para hacerlo. Para alcanzar el éxito se debe tener una actitud positiva, que se logra con algunos pequeños cambios en la forma de pensar, sentir o actuar. Cuando se logra una actitud de éxito en la vida, ésta deja de ser una lucha y lo que antes era difícil, resulta sencillo. Los problemas continúan, pero uno es capaz de resolverlos.

Es preciso aprender a convertir los sentimientos negativos en positivos y las experiencias desagradables en lecciones aprendidas. Aprender a hacerse cargo de uno mismo, es un proceso mental. Uno es responsable de lo que piensa y no es fácil cambiar el modo de pensar, pero hay que tomar la decisión. Tenemos la libertad de escoger la felicidad. Somos libres de elegir entre una actitud autorrealizante, en vez de una autoderrotante. Podemos elegir entre actitudes autofrustrantes o actitudes sanas y constructivas.

De nuestra elección dependerá que las experiencias de nuestra vida sean estimulantes y positivas o no.

“ES SOLO UNA CUESTIÓN DE ACTITUD, NO TENER NADA Y TENERLO TODO"

lunes, julio 23, 2007

Nuestros sentidos.

En nuestro caminar por el mundo, somos esos ojos, que vamos viendo, únicamente lo que queremos ver y del color que deseamos verlo... A veces buscamos más allá, sin encontrar; lo que quizás muy cerca de nosotros tenemos; o vemos con otra intensidad, las situaciones o las cosas que a diario vivimos. Nos quedamos en lo externo, en la envoltura, en aquello que nos dicen; y no intentamos ir más allá, descubrir, conocer, explorar...

Decimos tener los ojos bien abiertos y constantemente nos vamos estrellando o dejamos escapar tesoros que teníamos a nuestro lado; porque no fuimos capaces de descubrirlos, aún habiéndolos tenido al alcance de las manos...

No reconocemos nuestra ceguera interior y nos cuesta aceptar que otro nos muestre el camino, porque creemos tener la razón, ser los dueños absolutos de la verdad, y testigos de lo que es en realidad único y bello... Vemos lo que queremos ver o lo que más nos conviene, pero no logramos descubrir la grandeza que otros en su alma tienen...

Y qué decir de nuestros oídos; somos sordos a tantas cosas, y hay muchos que buscan quién les sepa escuchar; pasamos desapercibidos las voces que claman y gritan desde lo más profundo del alma, lo que sienten y lo que quieren expresar... queremos oír lo que mal se dice, para luego quererlo proclamar...

Hablamos más de la cuenta, qué difícil es aprender a callar, cuando se puede evitar una discusión o se lanzan palabras que hieren o hacen tanto mal... Dios nos ha dado dos ojos, dos oídos y una boca, para que aprendamos a ver más allá, a escuchar lo que dice el alma y hablar solo cuando sea necesario hablar, ya sea para aconsejar, consolar u orar...

El olfato nos ayuda a ser precavidos, a oler, olfatear situaciones, estar seguro de los pasos que vamos a dar...

Nuestro tacto nos permite sentir, tocar, palpar, acariciar, construir, trabajar... para no olvidar nunca nuestra humanidad y la de los demás; y ser transformadores del mundo en el que hemos de habitar...

Esos son nuestros sentidos, otro toque de la perfección de Dios, que en el hombre y la mujer quiso dejar, quizás hay quienes carecen de uno de ellos, pero desarrollan aún más, aquel que le permita vivir y experimentar el amor del Padre y Madre eternos que la vida nos quiso regalar...

Es hora de aprender a utilizar al máximo nuestros sentidos, no sea que los tengamos dormidos y cuando queramos realmente hacerlo, sea demasiado tarde y lo más valioso lo hayamos perdido

Que con tus “cinco sentidos” te llenes el alma por cada cosa que puedas oler, ver, escuchar, tocar y saborear…

viernes, julio 13, 2007

Bendito es el amor

Es difícil escribir sobre el amor porque parece que ya está todo escrito. Miles de poetas y literatos a lo largo de la historia dedicaron lo mejor de su talento a tratar de plasmar lo sublime de este sentimiento tan universal y a la vez tan difícil de definir, tan rebelde a dejarse atrapar por las palabras. Pareciera que es un tema gastado, usado, hasta trivial. Un lugar común, hablar del amor.

Es común el amor, es cierto, por suerte para el género humano. Sin embargo, esta palabrita tan singular que a veces se usa trivialmente encierra un misterio que sobrepasa el entendimiento. Se puede seguir escribiendo sobre el amor por eso mismo, porque su fuente es inagotable. La universalidad del amor, su esencia perenne se mantiene intacta a través de la multiplicidad de sus formas.

Hay tantas maneras de amar...como personas. Desde el comienzo de la creación, el Amor, Dios, graba a fuego en el corazón de cada ser humano este signo imborrable que nos hace hijos suyos. No podemos escapar de él porque nacimos de él. Se reproduce en cada una de sus manifestaciones. Amor romántico, el amor de corazones dibujados, aquel que desvela a artistas y soñadores; amor fraterno, que une a los seres que se saben iguales y compañeros; amor de amigos, el lazo singular y duradero de la amistad. El de los padres hacia los hijos, la fuerza de saberse responsable de alguien que es la propia sangre; y el de los hijos a los padres, la eterna gratitud por haberles dado la vida. Todas estas son las formas más tangibles del amor.

Pero el amor nos rodea también porque crece aún junto al odio. En esta tierra castigada, no sólo hay lugar para el amor, sino que es el amor mismo el que trabaja por la tierra. Cuando la vida presenta su lado más duro, obra el amor silencioso, que no estalla en alegría pero actúa en la penumbra. Porque es el amor sufrimiento, el amor sacrificado, el amor que muere para seguir viviendo y germinando. La cruz de Cristo, el Amor perfecto.

Creemos que no hay amor porque hay dolor, y es precisamente porque hay dolor que el amor se fortalece. Ahí donde se acaba el sentimiento tangible, nace el misterio del amor profundo. Cuando el ser humano se olvida de sí mismo, obra el milagro. Es difícil hablar del amor porque muchas veces se piensa que es una concepción de los seres humano para tapar su condena al sufrimiento, la propia palabra parece sugerir demasiado sentimentalismo para un mundo que debe ser tomado en serio.

Hablar de amor es hablar de utopías, dicen. Pareciera que la realidad es más realidad cuando golpea más fuerte, cuando más profundo es el drama. Drama que no se puede ocultar, historia que es historia de dolores, pero porqué negar aquello que es lo fundante de nuestra naturaleza humana. Nada de sentimentalismo tiene el sacrificio diario de una madre que sufre por la ingratitud de los suyos, ni el de un enfermo que ofrece su dolor por aquellos a quienes ni siquiera conoce. O el trabajador alegre que hace una labor infinitamente mayor que su salario, y el joven que renuncia a la modas por un ideal que no es el que ofrece el mundo. El amor no retribuido y que no busca el elogio es el que desconcierta al mundo.

Afortunadamente, no siempre somos concientes de nuestros propios actos de amor: correríamos el riesgo de volvernos vanidosos. Pero sale en esas situaciones en las que no sabemos porqué obramos como obramos, cuando nuestra parte demasiado humana nos dice que no fuimos lo suficientemente astutos o «nos dejamos avasallar» por los demás. Es difícil no caer en esa sensación de que estamos siendo tontos para el mundo del individualismo.

No podemos escapar del amor, no importa cuantas heridas haya dejado el hombre y siga dejando. La historia de la humanidad es historia de amor, porque viene de Dios, y Dios es Amor. Es difícil hablar del amor pero es necesario, porque siempre hay algo nuevo para decir.

sábado, julio 07, 2007

Nuestros Vinculos.

La vida humana transcurre en el contexto de una delicada red de relaciones tejidas sobre una trama de vínculos y reciprocidades. Los vínculos establecen puntos de soporte o cruce de esta red de hilos relacionales; entre los puntos se dan fuerzas de tensión y compresión que interactúan recíprocamente para establecer la cualidad y el colorido de ese tejido de consciencia.

Vínculos y reciprocidades establecen la calidad de las relaciones con nosotros y con los otros. El primer vínculo con el mundo externo se da a través de nuestros padres y estos vínculos primitivos siguen determinando en gran medida la manera como nos relacionamos por el resto de la existencia, lo que, a su vez, es un indicador mayor de la calidad de nuestras vidas. La manera como nos vinculamos, establece por ejemplo que asumamos actitudes dependientes o autónomas, que seamos capaces de autogestión y libertad, o que asumamos la actitud autocompasiva de la víctima.

Pero antes del vínculo con padre y madre hay un vínculo esencial, con aquello que realmente traemos a esta vida: el alma. Identificados con la apariencia, el cuerpo, el placer o el poder, la familia, el nombre, o el renombre, frecuentemente nos olvidamos de nuestro verdadero anclaje a la vida, el alma.

Cuando alguna vez perdemos la noción del tiempo del reloj, y experimentamos la leve y gratuita sensación de la unidad con todo, rescatamos existencialmente la conexión esencial con el alma. Entonces, una poderosa corriente nos lleva en su seno aportando un potencial desconocido a todas nuestras acciones.

El alma aclara el pensamiento, fortalece y purifica el sentimiento, genera el acto puro en el que pensar, sentir y actuar, más que fases separadas y distintas, se convierten en el proceso de fluir del ser total. En el alma se restablece la unidad perdida, todas las hojas y las ramas de la vida se unen al mismo tronco, son nutridas por la misma savia; la corriente de la vida canalizada desde el alma inunda de amor el corazón.

lunes, junio 25, 2007

Cuando afirmamos ¡Así soy yo!

Cuando afirmamos ¡así soy yo! nos reconocemos como una expresión de vida con características estables y firmes. Pero, si miramos un poco más de cerca, observaremos que aquello que definimos como nuestra identidad se asemeja más a una grabación prefabricada, que ni siquiera es nuestra. Decimos ¡así soy yo! y nos referimos a las creencias que nos inculcaron nuestros padres, al implante cerebral que nos hicieron las estructuras sociales y religiosas vigentes, a las huellas indelebles dejadas por la educación que recibimos y a las impresiones que nos han marcado desde que estábamos en el vientre de nuestra madre.

Nuestra personalidad se construyó mediante la imitación y la repetición de interpretaciones y hábitos de otros seres, que vivieron a nuestro alrededor y plasmaron su colección de miedos, juicios y expectativas en el disco duro de nuestra dócil memoria. ¿Cómo podemos decir que no es posible cambiar lo que en resumidas cuentas es postizo?

Cada mañana miramos nuestra propia imagen en el espejo y la figura que vemos nos parece permanente?. ¡No lo es! Internamente, a niveles moleculares, existe renovación constante, hay unas células que mueren y otras que nacen. Todo en nuestro ser es cambio en acción: nuestro corazón bombea sangre nueva, los pulmones reciben cada momento un nuevo aliento. Vida es equivalente a continuo movimiento, mientras que quietud e inacción son características de muerte. ¿Cómo podemos entonces pretender que no haya cambios?

Cuando no fluimos con el cambio, corremos el riesgo de congelarnos dentro de un sistema de creencias y atrincherarnos en la cruzada de hacer prevalecer lo conocido. El universo tiene otros planes, en el momento en que nos encuentre estancado, se encargará de provocar una crisis para romper viejas estructuras y forzarnos a avanzar más allá de nosotros mismos.

Crisis significa reajuste, encontrar nuevas formas de percibir, y revaluar los hábitos. Si estamos atrapados en condiciones internas o externas que no queremos ver, o en conflictos que no estamos interesados en resolver, entonces el único camino abierto para que despertemos es mediante una crisis. Cuando el evento más inesperado haga impacto en nuestra vida, el golpe nos obligará a cuestionar actitudes y a trazar objetivos diferentes. Nos dará el impulso adecuado para descontinuar las viejas formas de operar y crear otras nuevas más armónicas.

Las crisis, igual que las enfermedades, pueden ser evitadas, si estamos enfocados en prevenirlas. Cuando la primera manifestación de negatividad sale a superficie, sea por el deterioro de una relación cercana, una enfermedad, o por dificultades económicas, o profesionales, entonces ¡ojo!, ya hemos recibido la primera señal de que tomamos la ruta equivocada. Busca en tu interior que es lo que asumes como cierto y que no lo es, porque toda experiencia dolorosa es el producto de un pensamiento distorsionado. Revisa actitudes, y establece nuevas prioridades. Es entonces cuando debemos preguntarnos: ¿qué es aquello que debo corregir en mí? Ten en cuenta que todos los bloqueos interiores generan bloqueos exteriores, que se manifiestan como: oposición, obstáculos, choques y conflictos.

Cuando sientas un deseo genuino de cambiar, toma en cuenta que este surge desde lo más profundo de nuestro ser. Si tienes la humildad de reconocer lo que verdaderamente eres, sin caretas, ni excusas, y sobre todo sin culpar a los demás por nuestros reveces, formaremos el primer eslabón de nuestra cadena ascendente. La tarea que comienza, es la de la transformación de nosotros. Seguramente fallaremos en nuestros primeros intentos, porque, igual que un niño, necesitamos repetir la misma lección innumerables veces antes de poder asimilarla. Pero una experiencia vale más que mil palabras, aprendamos por "error, corrección y acierto". El cambio positivo se dará cuando lleguemos a desearlo con todo nuestro ser, y aceptemos las vivencias de cada día como nuestro entrenamiento.

Existe la posibilidad de reprogramar el subconsciente, que es nuestro disco duro, con una visión nueva de nosotros. Por ejemplo: si inconscientemente nos domina "el miedo a perder", nos tornaremos autoritarios, impacientes, agresivos y no estaremos satisfechos sino imponiendo nuestros puntos de vista a todo el mundo. Para suprimir esas características indeseables, necesitamos trabajar en adquirir tolerancia. Con una frase de negación podemos borrar lo viejo, repitámosla muchas veces hasta que se fije internamente: "Nada, ni nadie tiene la capacidad de molestarme, cuando las cosas no resultan como yo deseo". Luego construimos nuestra nueva actitud repitiendo la afirmación opuesta: "Yo estoy dispuesto a aceptar los derechos de los demás. Yo soy amorosamente tolerante".

Las frases pueden cambiarse, según sean nuestras necesidades. La magia depende de la constancia en el trabajo, porque repitiendo aprendemos, y repitiendo debemos desaprender lo que debe ser descartado.

sábado, junio 16, 2007

Disfrutar la vida.

Ante las ocupaciones cotidianas tendemos a desconectarnos de nosotros mismos, y a concentrarnos precisamente en aquello que deseamos evitar. Aunque esto tiende a ocurrir con relativa facilidad, también es muy sencillo revertir el proceso y reconectarnos para vivir vidas llenas de sentido y satisfacción. Para lograrlo basta con seguir unos sencillos pasos que al final terminarán transformándonos.

La conciencia es la llave para la transformación. Simplemente estar conscientes de cuales son nuestras convicciones y hábitos actuales, nos coloca en el punto de partida real para nuestra travesía por la vida. En el momento que nos volvemos conscientes de, e identificamos, nuestras ilusiones y apegos, nos liberamos del poder que hasta ese momento ejercían sobre nosotros. Este descubrimiento nos lleva a recuperarnos de las ilusiones pasajeras e incrementa nuestra habilidad para permitir que las cosas sean tal como son.

Una de las decisiones más importantes que podemos tomar es estar presente "aquí y ahora" en cada momento, y una vez tomada, conectarnos con nuestra intención y comprometernos a manifestarse a si mismo. A partir de ese momento su viaje hacia el despertar habrá comenzado. Solo aquellos quienes están presentes y disponibles tienen la habilidad de responder conscientemente, los demás reaccionan inconscientemente.

Mientras que la conciencia nos permite descubrirnos, la responsabilidad nos permite rescatarnos. En el mismo momento en que asumimos responsabilidad por nuestra vida nos rescatamos a nosotros mismos, recuperamos nuestro poder interno, nuestra dignidad, nuestro respeto y la seguridad y confianza en nuestra capacidad. Este proceso a su vez nos hace volver a creer en nosotros, lo cual inevitablemente nos permite creer en los demás y en el proceso que es la vida.

La habilidad de responder conscientemente es una de las más grandes oportunidades que nos brinda la vida. Responder conscientemente significa estar dispuesto, el comportamiento opuesto sería estar indispuesto, ser compulsivo y apegado. Asumir la responsabilidad absoluta de nuestra vida implica una tremenda ventaja, pues nos convierte en los creadores de nuestro propio destino, y así podremos darle forma a nuestro futuro de acuerdo con nuestros deseos e intenciones claras. Esto nos permite organizar nuestros pensamientos y dirigir nuestras energías, para convertirlos en senderos que nos conduzcan hacía el éxito.

Intención: Primero necesitamos decidir que es lo que queremos, y luego establecer metas realizables en las cuales creemos totalmente. Posteriormente visualizarlas en nuestra mente con todo el detalle posible, como si ya fueran realidad. Así empleamos a nuestro favor el principio universal "Aquello en lo que se concentra, aumenta", al alimentar nuestra mente con esos pensamientos, lograremos que estos se expandan. Cuando organizamos nuestros pensamientos para un propósito especifico, asumimos la responsabilidad de manifestar nuestra realidad. Comenzamos a organizar nuestros pensamientos al estar disponibles, presentes y conscientes. Creamos por medio de nuestra intención, así es como el karma, o ley de causa y efecto actúa. En cualquier momento podemos asumir la responsabilidad de ejercer nuestra intención para crear nuestro futuro tal como lo deseamos.

Comprometernos con nuestras verdaderas intenciones equivale a establecer un acuerdo con lo divino. Es solo a partir de ese momento de compromiso que el universo comienza a tomarnos en serio, y se adapta para acomodarnos. Nuestra palabra es un voto sagrado. Cuando damos nuestra palabra no solo estamos comprometiéndonos con nosotros mismos y los demás, nos conectamos a un nivel más sutil con fuerzas vivas que se ponen en movimiento para hacer realidad nuestras intenciones más elevadas, y por medio de ellas nos relacionamos con la esencia que existe en todo y todos. Por medio del compromiso nos comunicamos y conectamos energéticamente con los recursos infinitos del cosmos. El compromiso es el magnetismo que hace que todo permanezca unido y en armonía. A partir del momento en que definitivamente nos comprometemos con nuestro bienestar, el universo comienza a conspirar para hacerlo realidad.
El compromiso debe ser expresado efectivamente en acciones. Ejecutar estas acciones diariamente nos acerca paso a paso a nuestras metas, las cuales se convierten en un sistema de navegación que guía nuestras acciones, por eso es importante ajustar nuestras coordenadas (mantenernos enfocados) constantemente para mantener el curso. Este viaje es un proceso, no un destino, hay que disfrutar la travesía. Actuar conscientemente activa las fuerzas de la naturaleza, y nos pone en contacto con nuestros poderes de manifestación y creación. Ejecutar acciones elevadas atrae abundancia a nuestras vidas, y de esa manera comenzamos a contribuir, enriquecer y servir a la humanidad al reflejar las más elevadas cualidades de nuestro ser interno. Al servir nos volvemos merecedores y receptivos, así es como se asegura el ciclo de creación y transformación, potenciando nuestras vidas y las de quienes nos rodean con generosidad, amabilidad y compasión.

El deseo es la semilla de la acción, y cuando removemos los obstáculos a nuestra creatividad, y dejamos de coartar y racionar las fuerzas creativas, al ejecutar acciones conscientes y elevadas, permitimos que la abundancia fluya en nuestras vidas. Liberar las áreas bloqueadas de su vida le permite vivir plenamente y disfrutar de la vida, sirviendo de la manera más elevada y dando y recibiendo generosamente sin apegos.

A medida que avanzamos comenzamos a ver más claramente la vida como realmente es, y nuestra intuición nos guiará con un significativo impacto en nuestras metas y acciones. Es importante al alcanzar este nivel colocarnos en un estado receptivo que nos permita obtener el máximo beneficio de las intuiciones que recibamos, lo que nos permitirá aprovechar las oportunidades que se presenten para profundizar en nuestro propio descubrimiento. En el camino afinamos y fortalecemos la práctica, ensayamos las intenciones y compromisos, y creamos oportunidades para adquirir madurez y conocimiento. Al desenvolverse ese proceso cultivamos la sabiduría y a medida que obstáculos y retos se presentan, estamos disponibles y presentes para enriquecernos con la experiencia. Esto provee la atención y conciencia necesarias para resolver las energías restringidas y expandirlas al ejercer el desapego.

Disfrutarnos totalmente desprovistos de apego es estar inspirados, esa es una meta elevada que puede brindar mucha satisfacción. Estar inspirados es estar en contacto con nuestra esencia, desde donde podemos armonizarnos con la esencia misma de la creación.

Cuando vivimos momento a momento permitiendo que la esencia fluya a través de nosotros, sin restringirla, permitiéndole derramarse sobre todo y todos los que nos rodean, es natural reconocernos como parte integral del todo. En ese descubrimiento reconocemos que la sensación de estar separados era una ilusión de la mente que es desplazada por la maravillosa realidad de pertenecer a un universo lleno de armonía en el cual la creación, el creador y el creado son uno y el mismo, y en ese estado dar y recibir son también una y la misma cosa, después de la cual solo es posible disfrutar de maravillarnos con cada instante.

No hay manera de poseer mayor riqueza que siendo capaz de aprender a vivir cada momento, con lo bueno, y con lo menos bueno que se nos ofrece. Unamos nuestras energías y fuerzas, para que juntos disfrutemos de todo lo que el universo nos pone en nuestro camino.

domingo, junio 03, 2007

¿Es posible cambiar?

Cuando afirmamos ¡así soy yo! nos reconocemos como una expresión de vida con características estables y firmes. Pero, si miramos un poco más de cerca, observaremos que aquello que definimos como nuestra identidad se asemeja más a una grabación prefabricada, que ni siquiera es nuestra. Dices ¡así soy yo! y te refieres a las creencias que nos inculcaron nuestros padres, al implante cerebral que nos hicieron las estructuras sociales y religiosas vigentes, a las huellas indelebles dejadas por la educación que recibimos y a las impresiones que nos han marcado desde que estábamos en el vientre de nuestra madre. ¡Nuestro ego, como entidad, no existe!
Nuestra personalidad se construyó mediante la imitación y la repetición de interpretaciones y hábitos de otros seres, que vivieron a nuestro alrededor y plasmaron su colección de miedos, juicios y expectativas en el disco duro de nuestra dócil memoria. ¿Cómo puedes decir entonces que no es posible cambiar lo que en resumidas cuentas es postizo?
Cada mañana miras tu propia imagen en el espejo y la figura que ves te parece permanente. ¡No lo es! Internamente, a niveles moleculares, existe renovación constante, hay unas células que mueren y otras que nacen. Todo en nuestro ser es cambio en acción: nuestro corazón bombea sangre nueva, los pulmones reciben cada momento un nuevo aliento. Vida es equivalente a continuo movimiento, mientras que quietud e inacción son características de muerte. ¿Cómo puedes entonces pretender que no haya cambios?
Cuando no fluyes con el cambio, corremos el riesgo de congelarnos dentro de un sistema de creencias y atrincherarnos en la cruzada de hacer prevalecer lo conocido. El universo tiene otros planes, en el momento en que nos encuentre estancado, se encargará de provocar una crisis para romper viejas estructuras y forzarnos a avanzar más allá de nosotros mismos. Crisis significa reajuste, encontrar nuevas formas de percibir, y revaluar los hábitos. Si estamos atrapados en condiciones internas o externas que no queremos ver, o en conflictos que no estamos interesados en resolver, entonces el único camino abierto para que despertemos es mediante una crisis.
Cuando el evento más inesperado haga impacto en nuestra vida, el golpe nos obligará a cuestionar actitudes y a trazar objetivos diferentes. Nos dará el impulso adecuado para descontinuar las viejas formas de operar y crear otras nuevas más armónicas.
Las crisis, igual que las enfermedades, pueden ser evitadas, si estamos enfocados en prevenirlas. Cuando la primera manifestación de negatividad sale a superficie, sea por el deterioro de una relación cercana, una enfermedad, o por dificultades económicas, o profesionales, entonces ¡ojo!, ya hemos recibido la primera señal de que tomamos la ruta equivocada. Busca en tu interior que es lo que asumes como cierto y que no lo es, porque toda experiencia dolorosa es el producto de un pensamiento distorsionado. Revisa actitudes, y establece nuevas prioridades. Es entonces cuando debemos preguntarnos: ¿qué es aquello que debo corregir en mí? Ten en cuenta que todos los bloqueos interiores generan bloqueos exteriores, que se manifiestan como: oposición, obstáculos, choques y conflictos.
Cuando sientas un deseo genuino de cambiar, toma en cuenta que este surge desde lo más profundo de nuestro ser. Si tienes la humildad de reconocer lo que verdaderamente eres, sin caretas, ni excusas, y sobre todo sin culpar a los demás por nuestros reveces, formaremos el primer eslabón de nuestra cadena ascendente. La tarea que comienza, es la de la transformación de nosotros. Seguramente fallaremos en nuestros primeros intentos, porque, igual que un niño, necesitamos repetir la misma lección innumerables veces antes de poder asimilarla. Pero una experiencia vale más que mil palabras, aprendamos por "error, corrección y acierto".
El cambio positivo se dará cuando lleguemos a desearlo con todo nuestro ser, y aceptemos las vivencias de cada día como nuestro entrenamiento.
Existe la posibilidad de reprogramar el subconsciente, que es nuestro disco duro, con una visión nueva de nosotros. Por ejemplo: si inconscientemente nos domina "el miedo a perder", nos tornaremos autoritarios, impacientes, agresivos y no estaremos satisfechos sino imponiendo nuestros puntos de vista a todo el mundo. Para suprimir esas características indeseables, necesitamos trabajar en adquirir tolerancia. Con una frase de negación podemos borrar lo viejo, repitámosla muchas veces hasta que se fije internamente: "Nada, ni nadie tiene la capacidad de molestarme, cuando las cosas no resultan como yo deseo". Luego construimos nuestra nueva actitud repitiendo la afirmación opuesta: "Yo estoy dispuesto a aceptar los derechos de los demás. Yo soy amorosamente tolerante".
Las frases pueden cambiarse, según sean nuestras necesidades. La magia depende de la constancia en el trabajo, porque repitiendo aprendemos, y repitiendo debemos desaprender lo que debe ser descartado.

sábado, mayo 26, 2007

Fluir.

Fluir es lo contrario de resistir. Fluir es ubicamos en nuestro centro y sentir cómo la vida fluye dentro y fuera nuestro.

La vida fluye constantemente; nuestro cuerpo también fluye, al igual que un río. Así, por ejemplo, la "grasa" que tocamos en nuestro "estómago" no es la misma que estaba allí hace un mes, ya que el tejido adiposo se cambia totalmente cada tres semanas. La capa interior de nuestro estómago se cambia cada cinco días; nuestra piel se cambia cada cinco semanas. Nuestros huesos se regeneran totalmente cada 90 días. Uno parece el mismo por fuera, pero, en realidad, no somos objetos "congelados". Se ha comprobado que el 98% de los átomos de nuestro cuerpo es reemplazado cada año. Podríamos decir que el cuerpo es un río, y como no nos podemos bañar dos veces en el mismo río, así también sucede con nuestro cuerpo físico: cambia diariamente.

No deja de sorprenderme cuando alguien se expresa de otra persona como quejándose: "Pero si esa persona ha cambiado tanto. Ya no es como antes". Y tiene toda la razón, ya que no solo cambiamos físicamente, sino también cambiamos psíquica, emocional y espiritualmente.

Fluir es el proceso normal de la realidad. Todo está en eterno movimiento, aun las piedras del camino. Sin embargo, nuestra distorsionada visión de la realidad nos impide observar el libre flujo de la vida. Nuestras creencias, prejuicios, esperanzas y frustraciones nos están diciendo: "De esta manera es cómo deberían ser las cosas", y, al no darse ellas de la forma en que suponemos que "deberían" ser, comienzan nuestros problemas. Nuestro ego empieza a poner imposiciones a los demás.

La mente posee un sinfín de creencias, prejuicios, esperanzas y frustraciones. Podemos empezar a observar todos estos "bultos" negativos con objetividad. De este modo, tomamos conciencia de estos pensamientos, sentimientos y sensaciones, y ya tenemos nuestro primer triunfo, que es: no reaccionar mecánicamente ante ellos. Luego viene el cambio.

El fluir no es un proceso mecánico. Uno solo puede fluir cuando está en paz consigo mismo y con los demás. Podemos usar la imaginación creativa para crear este propósito. Podemos imaginamos, por ejemplo, que somos una cascada o un no en que nuestros pensamientos van canalizados positivamente en cualquier tarea que tengamos que realizar. Así, funcionamos al máximo nivel, con un mínimo de energía.

La condición de sabiduría es la capacidad de fluir, simplemente porque la vida fluye, porque todo fluye y cambia constantemente.

sábado, mayo 19, 2007

Dar y recibir.

“El universo opera por medio de un intercambio dinámico, dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo, y si estamos dispuestos a dar aquello que tanto buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida". Deepak Chopra

El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar y del recibir. Nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse.

El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. “Dar y Recibir” son dos aspectos del fluir de la energía del Universo. Esto es tan simple como la idea que debo dar lo que quiero recibir, si deseamos alegría, démosles alegría a otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza, si deseamos placer, demos placer, en realidad, la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean. Si impedimos la circulación de la vida, y si nuestra intención es acaparar y aferrarnos a todo, si emitimos pensamientos negativos, estamos impidiendo que la energía vuelva a circular en nuestra vida y nos enfermamos. Para que todo fluya siempre hacia nosotros, debemos mantenerla en circulación. Todo en el Universo fluye, va y viene. Dar y recibir es el flujo constante de la afluencia, que significa “fluir en abundancia”.

Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Por eso el acto de dar debe ser alegre, la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.

Cada uno tiene un tesoro que debe estar dispuesto a compartir con el otro, cada uno tiene características propias que debe poner al servicio del otro. La mujer es más intuitiva, generosa, delicada, tierna, con más tacto. El hombre es más pragmático, racional, firme. Mutuamente debemos compenetrarnos y complementarnos. Si sólo damos, nos vaciamos; si sólo recibimos, somos egoístas. El amor es dar y recibir para mantenerse y crecer.
Si uno da sin recibir, termina dependiendo del otro.
Si uno recibe sin dar, termina dominado por el otro.
El intercambio de darse y recibir crea una relación de iguales: precisamente por haber dado, recibe en compensación y por haber recibido, siente deseos de seguir dando. El amor visto así no radica en la posesión del otro sino en la donación de uno mismo.

Los seres humanos somos complicados por naturaleza, pues somos muy proclives a invertir la esencia de las cosas, y en ello, radica la causa de nuestra infelicidad. Sin embargo, no todo esta perdido, pues afortunadamente la infelicidad causada por una confusión de nuestra conducta en “el dar y recibir”, puede curarse, todo es cuestión de una verdadera toma de conciencia del papel que jugamos en esta vida, y que conozcamos bien nuestras limitaciones y nuestras capacidades y las usemos a favor de nuestros semejantes. ¡Así de simple!

El cambio de actitud es la semilla de la felicidad, quien aprende a dar, simultáneamente aprende el valor y la importancia de recibir. En toda semilla está la promesa de miles de bosques, la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil, a través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material, cuanto más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida, en realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado.

Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regaña-dientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar. Al dar y al recibir, la intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia.

La mejor manera de poner a funcionar la ley del dar y recibir, de iniciar todo el proceso de circulación, es tomando la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una persona, le daremos algo, no es necesario que sean cosas materiales; podría ser una flor, un cumplido o una oración, en realidad, las formas más poderosas de dar no son materiales, obsequios como interesarse, prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos de los más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar, esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.

Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo, cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley, y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad para dar.

Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos naturalmente prósperos porque la naturaleza provee a todas las necesidades y deseos, no nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades infinitas, por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura, es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la paz, la armonía y el conocimiento. Si vamos en pos de estas cosas primero - no solamente para nosotros mismos, sino para los demás - todo lo demás, nos llegará espontáneamente.

Hoy recibiré con gratitud todos los regalos que la vida me dé. Recibiré los obsequios de la naturaleza: la luz del sol y el canto de los pájaros. También estaré abierto a recibir de los demás. Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, APRENDAMOS A DESEARLAS EN SILENCIO a todo el mundo todas las cosas buenas de la vida.

domingo, mayo 06, 2007

Vivir el presente.

Muchas de las situaciones incomodas que se presentan en nuestras vidas tienen su origen en nuestra percepción espacio temporal de nosotros mismos. Con el momento en el tiempo y el espacio con el cual nos identificamos. Físicamente nos encontramos en el presente, pero mental y emocionalmente ¿Dónde nos encontramos?
Si estamos sintiendo estrés o nos preocupamos mas por el futuro, nuestro presente se reduce a un simple medio de llegar allá. El estrés es causado principalmente por estar aquí deseando estar allá, o lo que es lo mismo, estar en el presente, pero deseando estar en el futuro.
La consecuencia natural de pretender "estar" en el futuro cuando se existe en el presente, es una tensión interna que sentimos, e intenta separarnos. Energéticamente estamos proyectando nuestra energía hacía el futuro, cuando la necesitamos "aquí y ahora" para vivir nuestra vida plenamente. ¿Cómo saber si no estamos viviendo el momento presente? sencillo, observemos nuestros pensamientos y sentimientos en este momento, y en todo momento.
Observemos nuestros procesos mentales, y tratemos de establecer si nuestros pensamientos nos hacen sentir culpable, orgulloso, resentido, angustiado, rabia, odio, arrepentimiento, frustración, o auto compasión. Si logramos identificar alguno de esos procesos, no solo estamos reforzando una falsa percepción de nosotros mismos, además estamos acelerando el proceso de envejecimiento de nuestro organismo, al permitir que una acumulación de emociones pasadas sobrecargue nuestro sistema nervioso.
El pasado no es necesario, refiérase a él solo si es absolutamente relevante al momento presente. Sintamos el poder del momento presente al experimentar la totalidad de nuestro Ser. Sintamos su presencia.
Si nos sorprendemos con pensamientos que comienzan por "Si hubiera...." En ese caso estamos usando nuestra mente para proyectarnos a un futuro imaginario que no tenemos manera de saber si alguna vez experimentaremos. No hay manera de afrontar esa situación porque simplemente ¡No Existe!, no es más que una creación mental. Pero, ¿Podemos realmente pre-ocuparnos? Contrario a lo que pudiera pensar No podemos. Una vez llegado el momento podemos ocuparnos, pero pre-ocuparse, ocuparse antes de tiempo, simplemente no es posible.
Y en cuanto a las frases que comienzan por "Si hubiera...", hubiera es la conjugación verbal más inútil de nuestro lenguaje. Es muy parecida, en sus efectos, a "pre-ocuparse", solo que esta vez la conexión está en el pasado. Cuando fue el momento tuvimos la oportunidad de ocuparnos, una vez pasado ese momento ya no hay "hubiera" que valga.
Las personas que incurren en estas prácticas por lo general tienden a desarrollar y arrastrar sentimientos de culpa por el pasado, y de miedo, angustia y ansiedad por el futuro. Como consecuencia dejan pasar el momento presente, por no estar conectados con el aquí y ahora. Lamentablemente una vida entera puede transcurrir de esa manera, y afortunadamente también hay maneras muy sencillas de superar ese estado. Una de las técnicas más sencillas para conectarnos con el presente se basa en tomar consciencia de nuestra respiración. De sentir como el aire entra y sale de nuestros pulmones, naturalmente, sin interferir con su flujo, como testigos silenciosos de ese proceso. Sentir como ese aliento energiza todo nuestro Ser.
Lo único que realmente necesita afrontar un ser humano en cualquier etapa de su vida real, contrario a lo que la mente con sus proyecciones imaginarias nos pueda hacer pensar, es este momento presente. Pregúntate ¿Qué problema existe aquí y ahora, en este mismo instante? no el año próximo, o mañana, ni siquiera en los próximos cinco minutos. ¿Hay algo que no funcione en este instante?
Luego de tomar consciencia de nuestra respiración y conectarnos con el presente, podemos sorprendernos al sentirnos extrañados ante las anteriores preguntas, pues naturalmente fluirá un no como respuesta.
Siempre se puede afrontar y resolver cualquier situación en el presente, pero el pasado quedó atrás, y el futuro aun no ha llegado. Al reconocer esto, automáticamente reconocemos también, como es natural, que ni siquiera tenemos que pensar en ocuparnos de otro momento que el presente, y comenzamos a vivir conscientemente cada instante de nuestra existencia.
A partir de ese momento las respuestas, la fortaleza, las acciones, los recursos, etc. estarán allí en el momento justo en que los necesitemos, no antes ni después, pero en el instante preciso en que formen parte de nuestro presente.
Si nos agrada lo expuesto anteriormente esa vida puede ser nuestra en este mismo instante, solo tenemos que dejar de esperar por ella. La realidad es que esa vida siempre ha existido para nosotros, siempre ha formado parte. El único detalle es que en vez de reconocerla y aceptarla, nosotros hemos preferido sentarnos a esperar que llegue. Esperar es un estado mental. Básicamente este estado refleja que queremos el futuro, y no el presente. Que no queremos lo que tenemos, pero si queremos lo que no tenemos. Rechazamos lo que hemos creado, y deseamos lo que aun no alcanzamos.
Este estado mental de espera, inconscientemente crea conflictos internos entre nuestro aquí y ahora donde no queremos estar, y el futuro que hemos imaginado y proyectado en nuestra mente que es donde queremos estar. Esto influye adversamente en nuestra calidad de vida, pues como resultado dejamos escapar el presente, que es el único instante en el que podemos hacer realidad nuestros sueños.
Un ejemplo muy común es esperar por la prosperidad. La prosperidad no puede llegar en el futuro. Cuando le hacemos honor a nuestra realidad presente reconociéndola y aceptándola completamente, lo que somos, donde estamos, y lo que hacemos en este instante; aceptamos totalmente lo que tenemos, y de esa manera pasamos a ser agradecido por lo que tenemos, agradecidos por lo que somos, y agradecidos por lo que hay.
El agradecimiento por el momento presente, y por la plenitud de la vida aquí y ahora es la verdadera prosperidad. En el presente, aquí y ahora, en este preciso instante. Al poco tiempo, esa prosperidad comenzará a manifestarse en cada aspecto de su vida
La próxima vez que nos sorprendamos en un estado mental de espera, tomemos consciencia de nuestra respiración, y conectémonos nuevamente con el presente. Permitámonos ser y disfrutar siendo. Si estamos presentes, no tendremos necesidad de esperar por nada.
Un detalle que contribuye a mantenernos conectados con nuestro presente, es mantenernos alertas de nuestros hábitos, especialmente aquellos que nos niegan el momento presente, como por ejemplo el descontento.
A medida que nos mantenemos alertas y conscientes de nuestros estados mentales y emocionales, es cada vez más sencillo percibir cuando nos estamos conectando con el pasado o el futuro, o lo que es lo mismo, el inconsciente, y eso nos permite despertar del sueño del tiempo y reconectarnos con el momento presente para vivirlo plenamente.
El descontento proviene de una falsa identificación de nuestro ser con una realidad que solo existe en nuestra mente. Y a medida que constantemente vivamos plena y conscientemente en el presente, le estaremos dando permiso a la plenitud de manifestarse en nuestra vida.
El Poder del Ahora, el poder de obrar, de crear, y de hacer realidad nuestros sueños se encuentra en el momento presente. En la medida que nos conectamos conscientemente y permanecemos en el presente, nos conectamos con ese poder, desde el cual podemos manifestar la más maravillosa realidad que seamos capaces de imaginar.
Prestemos atención al presente, tomemos consciencia de nuestros pensamientos, sentimientos, palabras, acciones, reacciones, humores y nuestros deseos a medida que ocurren en el presente. Convirtámonos en un observador silencioso de nosotros mismos, observemos sin emitir juicio, aceptando tal como es. Mientras más atención prestamos al presente, más lo energizamos, y más fácil es permanecer conectado y viviendo en el momento presente, empleando el poder del ahora para expresar la plenitud de nuestro ser.

¡Que Disfrutemos nuestro Presente!

domingo, abril 22, 2007

La felicidad no es gratuita.

Todos los seres humanos queremos ser felices y sin embargo, pocos lo logran. La mayoría obtiene como máximo, destellos de satisfacción en algunos momentos y en determinadas áreas de sus vidas. La felicidad es otra cosa. No se trata de sentirnos más o menos bien en algo ocasionalmente, sino de sentirnos plenos en la totalidad de nuestra experiencia vital y en forma duradera.
¿Qué es la felicidad? Según la definición del diccionario: Del latín, "felicitas", estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Un estado del ánimo, es un estado del Alma, de lo más profundo y auténtico que hay en cada uno de nosotros, de la totalidad que en realidad somos. No es poseer un auto de lujo, o una gran casa en un barrio exclusivo, o una familia "tipo", o una cuenta bancaria de varios dígitos, o una actividad laboral que signifique destaque social. El bien más preciado que necesitamos poseer es vivir en un estado de amor. ¡Y el Alma sólo se complace cuando alcanzamos ese estado de amor!

¿Y qué es el estado de amor? Me gusta la definición de Carlos Castaneda: un camino con corazón. Su maestro, Don Juan, le enseñó que lo único que tiene sentido para un guerrero espiritual, es tener un camino con corazón. Cuando Castaneda le preguntó qué era eso, le dijo que se trataba de una actitud hacia la vida toda, de un camino con el que nos sentíamos tan identificados que desaparecía la distinción entre él y nosotros. A continuación lo interrogó sobre cómo podemos saber si el camino que estamos recorriendo tiene corazón y recibió la respuesta: Si tu camino tiene corazón, te sentirás naturalmente fuerte, alegre, energizado y en paz. Eso es precisamente el estado de amor: una actitud hacia la vida que nos hace sentir en forma natural fuertes, alegres, energizados y en paz.

¿Y por qué no todos alcanzamos ese estado? ¡Porque no todos estamos dispuestos a pagar los costos! La gran mayoría vivimos esperando que la felicidad nos llegue de alguna forma mágica, ganando la lotería, o cuando alguien maravilloso se enamore de nosotros, o cuando consigamos un empleo muy bien remunerado, o Tal vez... tal vez... tal vez... Lo que no hemos comprendido, es que la felicidad no es gratuita. Tiene costos y si los aceptamos y nos hacemos cargo de ellos, pasaremos por la vida anhelándola y no obteniéndola. Muchas veces me han preguntado si la felicidad llega a nosotros o debemos ir en su búsqueda. Y mi respuesta es: ambas cosas a la vez.
La felicidad es como el aire que está permanentemente presente y buscando introducirse en todos lados. Claro que para lograrlo, necesitamos que abramos las ventanas de nuestra habitación. De lo contrario, no podrá penetrar. Cuando tomamos la decisión de ser felices (y decidirlo no es un mero deseo sino que implica estar dispuestos a hacer lo necesario) automáticamente nos lanzamos en su búsqueda y ese acto significa que le abrimos las ventanas de par en par. Y entonces ocurre algo maravilloso: la felicidad también comienza a dirigirse hacia nosotros. He encontrado que las personas que manifiestan no ser felices, en realidad nunca salieron en su búsqueda. Simplemente se limitaron a desearla, mientras permanecían inmóviles a la espera de un milagro.
Una afirmación de Un Curso de Milagros: "Todo el mundo tiene derecho a los milagros, pero antes es necesario una purificación". Y la purificación consiste en estar dispuestos a desprendernos de todo lo que en nuestra personalidad conspira contra nuestro deseo de ser felices. Y también consiste en estar dispuestos a incorporar a nuestra personalidad todo aquello que necesitamos para ser felices. Hay que ser concientes de:
1) Las dificultades, que pueden provenir de las creencias y hábitos que hemos ido incorporando o que también pueden tener sus orígenes kármicos. Estas dificultades son capaces de impedirnos ser felices si las percibimos como injustas e inadecuadas o si simplemente las ignoramos o subvaloramos, y también son capaces de allanarnos el camino a la felicidad si las percibimos como lecciones a aprender y oportunidades de crecimiento.
2) Los potenciales, que son aquellos recursos internos que poseemos en estado latente y que de desarrollarlos y actualizarlos, nos facilitarán el acceso a la plenitud. Debemos tener claro que ni las dificultades desaparecerán por sí mismas, ni los potenciales se desarrollarán por sí mismos.
En ambos casos, será imprescindible nuestra participación consciente y a eso me refería cuando aludía a los costos. Estar dispuestos a hacernos cargo de los costos, es actuar responsablemente teniendo en cuenta que responsabilidad (respons - habilidad) es la habilidad para responder.
Algunos de los costos que tendremos que ver si verdaderamente decidimos ser felices. Necesitaremos desprendernos de:
La creencia de que la felicidad no depende de nosotros y que en cambio, sí depende de otros (hijos, pareja, jefes, padres, amigos).
La creencia de que las dificultades son obstáculos insalvables.
La creencia de que ser felices o no, depende del azar.
La creencia de que estamos predestinados a ser felices o infelices.

Necesitaremos incorporar la decisión de:
Hacer lo que sea necesario para ser felices (cambiar pensamientos, creencias y actitudes).
Dejar atrás el pasado y apoyarnos firmemente en el presente.
Percibir cada impedimento como una oportunidad. Cada desierto como la oportunidad de hallar un oasis, cada montaña como la oportunidad de fortalecer nuestras piernas y aprender a escalar.
Depender de nosotros mismos.
Apoyarnos en nuestros propios pies.
Ser proactivos (tomar la iniciativa) en vez de reactivos (actuar como reacción).
Contribuir a que los demás sean felices.

Si queremos Ser felices tendremos que pagar los costos porque en la vida no hay nada gratuito y menos en relación a la felicidad. Y me gustaría compartir contigo un secreto:

¡¡¡ Se puede y vale la alegría de vivirlo!!!

domingo, abril 08, 2007

Perfección Imperfecta.

Cuando llevamos algo a cabo, nuestra meta es que todo salga bien, de acuerdo con lo planeado o esperado. Asimismo, muchos de nosotros aspiramos a lograr un resultado perfecto en lo que hacemos, y, en consecuencia, nos fijamos metas que van mucho más allá de nuestros límites o posibilidades. Incluso de lo humanamente asequible. En esta clase de situaciones, a veces el hacer las cosas de la mejor manera que podemos no es suficiente, y nos causa una sensación de frustración que en términos objetivos no es tal.

Todos cometemos errores en algún momento del día… o en muchos. Permitámoslo que así sea, ya que los errores son una excelente manera de aprender y de pulirnos. Hacernos a la idea que los resultados que planeamos obtener muchas veces se presentarán como lo deseamos, y otras no. Los errores e imprevistos son excelentes oportunidades, que nos sirven de sobremanera para ampliar nuestros horizontes y la manera en la que vemos lo que nos rodea. Si todo rindiera los frutos esperados, nos estancaríamos en lo que ya sabemos y manejamos, y también nuestro crecimiento personal se vería frenado puesto que no precisaríamos desarrollar herramientas nuevas ni incorporar conocimientos y formas de pensar diferentes para obtener lo que buscamos.

En vez de estar tensos, frustrarnos, enojarnos o reaccionar de mala manera cada vez que algo sale de manera distinta a la prevista, relájate y acepta que el resultado de nuestras acciones no depende enteramente de nosotros, hay factores librados al azar, a determinadas circunstancias que no podemos manejar, o a las resoluciones de otros individuos. Un gran número de las variables que se conjugan para alcanzar un resultado están más allá de nuestras decisiones, nuestros límites o nuestra voluntad.

La exigencia personal es una característica motivadora e impulsora que nos estimula a mejorar, progresar, tener objetivos y alcanzar metas. Por el contrario, la sobreexigencia drena nuestra energía, ya que cobijar la ilusión de no cometer un error bajo ninguna circunstancia es demandarnos una hazaña titánica, imposible de cumplir. Tal vez estemos acostumbrados de alguna manera o nos resulte familiar que la pretensión desmedida que nos exige o nos exigen sea demasiado alta, prácticamente inalcanzable. O nos veamos sometidos a escrutinios exhaustivos en los que nada llega a satisfacer el resultado deseado ya que los parámetros de perfección con los que mides (u otras personas miden) la realidad que nos rodea no son humanamente aplicables en su totalidad. Podemos elegir que nuestra vida esté basada en una actitud distinta, más relajada, al mismo tiempo que aspiramos a que las cosas estén bien hechas, de acuerdo con parámetros lógicos que nosotros mismos delineamos.

La propuesta no pasa por bajar las expectativas de los resultados a alcanzar, ni pretender logros menores y de este modo minimizar el esfuerzo necesario para hacerlos realidad. Piensa en grande, siempre. Trata de dar lo mejor de ti en cada situación, concéntrate en el fin al que diriges tu energía, y ten por seguro que mediante una actitud firme, decidida y distendida conseguirás el mejor resultado en cada intento.

No aceptes que otra persona te presione más allá del punto que consideres razonable, y ponle un freno a tu propio instinto de hacerlo si aflorara. Tampoco permitas que otro ser o tus voces internas critiquen todo lo que haces, por considerar que nada es suficiente. Que los sueños de perfección de otros individuos no tengan efecto alguno en las decisiones que genuinamente quieres tomar. Si notas una influencia marcada de estos parámetros de perfección en tu conducta, o consideras que nublan tu visión o tu capacidad de razonar con la cabeza fría, disóciate. Toma distancia. Aleja la imagen y las voces de estas personas de ti, hasta que lleguen a desdibujarse por completo.

Imagina una pared enorme entre tú y esta gente o esas voces, y aléjalas cada vez más, y en unos minutos ya no las escucharás ni notarás su presencia. Sentirás que todas tus ideas, grandes y pequeñas, pueden llegar a plasmarse en hechos reales y concretos que disfrutarás como nunca antes.

jueves, marzo 29, 2007

Los espejos en nuestra vida.

Aunque queramos no podemos vivir aislados, no podemos ser ermitaños. Quizá bajo algunas circunstancias esto sea posible, pero aislarnos no resuelve los problemas más profundos que el ser humano tiene.

El crecimiento en esta vida sólo se da a partir de la relación. El espejo más grande para conocernos y descubrirnos, es la relación con los otros, es en esta relación que podemos descubrir nuestros miedos, nuestra forma de ver la vida y podremos ver lo que realmente nos motiva. Esta relación nos permite conocernos más profundamente y quizá a partir de ese conocimiento, sin buscar que los demás nos entiendan, sin sentirnos víctimas, sea posible una relación no codependiente sino interdependiente, donde el valor de cada persona surja de la comprensión de cada uno y no simplemente de la búsqueda de reconocimiento o los miedos que nos hacen buscar la aprobación de lo que hacemos.

Cuantos de nosotros rechazamos a los demás seres humanos, para descubrir después, que aquello que más odiábamos en los otros, eran nuestras propias limitaciones y nuestras propias barreras. No hay mejor maestro que las personas que entran en nuestra vida. Algunas son ejemplos a seguir, nos dan la prueba clara de que el ser humano tiene un potencial ilimitado, otras nos muestran las limitaciones más arraigadas en nuestro interior, y nos hacen ver el lastre que detiene nuestro crecimiento.

Si pones atención a todas estas personas que de alguna manera son y han sido parte de nuestra vida, nos daremos cuenta que cada una de ellas ha resaltado algún aspecto nuestro: algunos destapan nuestros miedos, otros despiertan nuestra bondad, otros nos encolerizan, otros nos hacen ver como un santo, otros despiertan nuestro odio, otros despiertan el amor infinito, pero sin duda alguna todo lo que en nosotros despertaron, no está en ellos sino en nosotros mismos.

No hay nada afuera que pueda ser cambiado, a menos que nosotros cambiemos en nuestro interior. Yo decido que saldrá de mí, Yo decido que entrará en mí y al final es ese cambio el que transforma nuestra vida. Esos miles de espejos sólo hacen su labor, mostrarnos el camino correcto, el camino de nuestra liberación.

Haz la prueba, mira a esos espejos sin condenarlos, sin rechazar, ni juzgar, escucha tu interior y descubre que tienes el poder en tus manos. Si alguien nos mantiene con miedo, sólo necesitamos crecer y ser más grande que ese miedo. No necesitamos ser violentos, no necesitamos alzar la voz, sólo necesitamos ser libre de ese miedo, y el miedo eres tú, no la persona que piensas que te lo causa, el miedo está en nosotros, nuestra mente lo crea y lo mantiene.

¿Alguna vez tuviste miedo de entrar a una habitación oscura? Seguramente de niño o niña y quizás de adulto también, este miedo permaneció hasta que nos dimos cuenta que podíamos encender la luz o podíamos crecer más que el miedo y ahí desapareció. Cuando tú descubriste la fuerza en ti, el miedo desapareció. Ese es nuestro momento, ese es el instante donde despertamos.

Pensarás que hay cosas fuera de ti que no puedes controlar, que hay maldad y hay bondad, eso es cierto, pero el miedo que te causan, el dolor que sientes, están en nosotros no en esas circunstancias. Es posible que las circunstancias o las personas no cambien, pero al cambiar la forma de abordar y enfrentar lo que vivemos, cambiarás la forma de ver a la gente con la que nos encontramos. Si nos mantenemos libres, no dependeremos de nadie, y habremos dado el primer paso para despertar.

Cuando crees que las cosas deben cambiar para ser feliz, cuando crees que son los demás los que causan tu infelicidad, de nosotros depende tener una vida diferente, de nosotros depende mirar el espejo y ser libre por la comprensión de lo que vemos.

jueves, marzo 22, 2007

Un nuevo otoño

El comienzo del otoño marca el comienzo de una época de serenidad, de reflexión sobre lo que hemos hecho. El verano va pediendo su fuerza y va dando pasada al frío que nos invita a la relajación, es momento de agradecer las bendiciones que nos dieron y es época de comenzar nuevos proyectos y disfrutar más de la vida.

El otoño es la estación del mundo interior. El día y la noche son iguales, debemos detenernos un momento para rendir nuestros respetos a la oscuridad, es un buen momento para la meditación y para emprender todo lo que sea trabajo interior, aprendizaje, buscar en nuestra alma aquello que queramos cambiar. El sol comienza a declinar para dar espacio en el invierno en una muerte simbólica. Morimos cada año para renacer en primavera.

El otoño es sabiduría, es tiempo de cosecha, es tiempo de soltar como los árboles sueltan las hojas, para nutrir la tierra y está se prepara para recibir las hojas que caen sobre ella, crujientes, y se llena de colores ocres, amarillos, dorados. El otoño nos invita a permanecer mas en casa, descansar de lo externo, es el momento de la vida para entrar en nuestro hogar, luego vendrán las lluvias que muestra las emociones y riega y bendice la tierra.

Podemos preparar mermeladas y condimentos con frutas y plantas y, asimismo, devolver todo cuanto nos sea posible a la Madre Tierra, reciclando y haciendo compost con lo que ha llegado su fin de manera natural. Recoge hojas y úsalas para cubrir la tierra, dando así alimento para los insectos y las lombrices.

Realiza un ritual muy sencillo pero muy enriquecedor para celebrar el Equinoccio de Otoño. Camina por tu jardín, por tu terraza o por un parque público y acaricia las hojas y los tallos de las flores y de las plantas. Dales las gracias por compartirse contigo, ya que es su energía vital la que nos proporciona fuerza a lo largo del año.

Siéntate, relájate e imagínate como uno de esos árboles o plantas. Concibe lo que supone para ellos producir la savia y el vigor para alzarse hacia el cielo y para enraizarse profundamente. Piensa lo que supone compartir la vida con pequeños animales como insectos, aves y otros seres de la vida salvaje y lo que supone contar con ángeles que estimulen nuestro crecimiento, y evolución. Agradece a las plantas, al jardín, al parque, a la Tierra, la abundancia y variedad de sus regalos.

En ambos hemisferios, el otoño es la estación de las cosechas. El otoño va apareciendo en cada rincón de las copas de los árboles. Los liquidambar, empiezan a mostrarnos tiernos colores escarlata en sus hojas mientras las grisáceas escalaban los peldaños del cielo.

Cada año recibimos el regalo del otoño que retorna para traernos momentos divinos.
El otoño trae sus colores cálidos y calienta el corazón preparado ya para el frío del invierno. Ascienden los amarillos y tiñen las hojas para que reposen en el color de la tierra sin herirla.
Avanza inexorable la muerte en el tiempo de la vida entonando una canción de adioses.
Encierro en mi alma todas las hojas que van cayendo inexorables mientras conservo su tacto suave en la palma de mi mano y aspiro el suave olor que aún conserva su tez marchita.
Quiero sentirme de nuevo niña y pasearme por la seguridad que me daba su antigua primavera.
Consigo dormirme unos minutos cogida de su mano y trasciendo el tiempo y el espacio acunando recuerdos en su alfombra roja que nutrirá la tierra.
Poco a poco pongo bajo llave su gama de colores y dibujo un corazón sembrado de romero para que sea su guardián y marque mi tiempo de espera.


" Otoño, que dificil es ser Otoño llegas para aprender a callar en todos los idiomas"
Pablo Neruda

lunes, marzo 19, 2007

De dentro hacia afuera.

Si queremos cambiar una situación en nuestra vida, primero debemos cambiar nosotros mismos, y para poder cambiar efectivamente, debemos cambiar nuestras percepciones.
Todos tenemos muchos mapas en la cabeza, que pueden clasificarse en dos categorías principales: mapas del modo en que son las cosas, o realidades, y mapas del modo en que deberían ser, o valores. Con esos mapas mentales interpretamos todo lo que experimentamos. Pocas veces cuestionamos su exactitud; por lo general ni siquiera tenemos conciencia de que existen.

Para relacionarnos efectivamente con otras personas, debemos aprender a escuchar. Y esto requiere fuerza emocional. El escuchar requiere tener cualidades del carácter altamente desarrolladas tales como paciencia, estar abiertos y desear comprender. Es mucho más fácil actuar desde un nivel emocional bajo y dar consejos de alto nivel.

«De adentro hacia afuera» significa empezar por la persona; más fundamentalmente, empezar por la parte más interior de la persona, los paradigmas, el carácter y los motivos. El enfoque de adentro hacia afuera dice que las victorias privadas preceden a las victorias públicas, que debemos hacernos promesas a nosotros mismos, y mantenerlas ante nosotros, y sólo después hacer y mantener promesas ante los otros. Dice que es fútil poner la personalidad por delante del carácter, tratar de mejorar las relaciones con los otros ante de mejorarnos a nosotros mismos.

De adentro hacia afuera es un proceso, un continuo proceso de renovación basado en las leyes naturales que gobiernan el crecimiento y el progreso humano. Es una espiral ascendente de crecimiento que conduce a formas progresivamente superiores de independencia responsable e interdependencia efectiva.

La dependencia es el paradigma del tú: tú cuidas de mí, tú haces o no haces lo que debes hacer por mí; yo te culpo a ti por los resultados. La independencia es el paradigma del yo: yo puedo hacerlo, yo soy responsable, yo me basto a mí mismo, yo puedo elegir. La interdependencia es el paradigma de nosotros: nosotros podemos hacerlo, nosotros podemos cooperar, nosotros podemos combinar nuestros talentos y aptitudes para crear juntos algo más importante.

Las victorias privadas preceden a las públicas. No se puede invertir ese proceso, así como no se puede recoger una cosecha antes de la siembra. Resulta increíblemente fácil caer en la trampa de la actividad, en el ajetreo de la vida, trabajar cada vez más para trepar por la escalera del éxito, y descubrir finalmente que está apoyada en la pared equivocada.

Las personas no pueden vivir en el cambio si en su interior no persiste un núcleo invariable. La clave de la capacidad para cambiar es una idea constante de lo que uno es, de lo que persigue y de lo que valora. Las personas efectivas no se orientan hacia los problemas, sino hacia las oportunidades. Alimentan las oportunidades y dejan de morir de inanición a los problemas.

No se puede tener éxito con otras personas si no se ha pagado el precio del éxito con uno mismo. Se necesita mucha fuerza de carácter para disculparse con rapidez, de todo corazón y no de mala gana. Para disculparse auténticamente es necesario ser dueño de uno mismo y tener una seguridad profunda respecto de los principios y valores fundamentales. El problema está en el modo en que vemos el problema.
La ética del carácter se basa en la idea fundamental de que hay principios que gobiernan la efectividad humana, leyes naturales de la dimensión humana que son tan reales, tan constantes y que indiscutiblemente están tan «allí» como las leyes de gravitación universal en la dimensión física.

El zorro al principito le quiso enseñar: “Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.

viernes, marzo 09, 2007

Cada momento.

Cada momento es un regalo
Cada mañana es un gran presente para que nos abramos un cielo azul envuelto con el moño rosado del atardecer.
Cada día es una flor desplegando su belleza, desparramando su perfume a través del jardín de la vida.
Cada relación es una cueva hermosa y misteriosa para ser explorada
Descubriendo el grabado del pasado sobre las paredes y el fuego flameante del nuevo amor encendido en el interior.
Todo es nuestro para abrir y explorar.
Con cada momento que pasa, surge una nueva posibilidad, en infinita variedad.
Las oportunidades destellan a nuestro alrededor, como diamantes en el paso.
Está todo allí.
Es todo nuestro.
Yo estoy llena de fe,
Yo creo en mí misma y en todo lo que soy y me amo por completo.
Yo sé que soy fuerte y capaz.
Yo sé y puedo manejar cualquier cosa que la vida me presente.
Estoy rodeada de ayuda a cada giro y puedo siempre buscar y recibir guía.
Yo estoy profundamente amada y valorada
Yo abro el mundo alrededor mío, proveniente de este centro de fe, este centro de amor.
Yo veo las posibilidades que brillan alrededor mío y respiro con coraje, el coraje para abrirme ante nuevas cosas, de arriesgarme viviendo mi verdad, de actuar en plena conexión con lo que es.
Abrámonos a ello.
Quitemos las nubes de confusión y duda y llenémonos con fe.
Quitemos la oscuridad del temor y llenémonos con amor brillante.
Está todo allí.
Hoy me permito soñar lo que quiero, lo plasmo y le pongo la intención para que se manifieste
Nuestro mundo es el espejo de nuestras creencias.
Me animo a crear cosas nuevas, me atrevo a crear instancias nuevas en mi vida para generar nuestras realidades.
Generamos los estados y creamos la realidad en la que queremos estar

CREAR- HACER- PROBAR- PRACTICAR-EJECUTAR