Abrirnos al desafío de la quietud puede ser una experiencia reconfortante. Estamos tan enfrascados en el agite de lo cotidiano que olvidamos esa tarea de niños que tan feliz nos hacía. A la vista de lo externo los niños están en continuo movimiento... energía pura en acción, pero la realidad es que aún así pocos seres humanos tienen tanto dominio de la quietud como un niño.
Me atrevo a afirmar esto porque sólo con mucho esfuerzo, dominio de nosotros mismos y práctica continua seremos capaces de pasarnos una hora entera contemplando y eso para un niño es tarea fácil. La contemplación es un ejercicio que requiere de profunda quietud y reconocimiento total del ahora, es decir que para entrar en un estado perfecto de contemplación debemos vaciar la mente de todo y unificarnos tanto con lo contemplado, que nos volvamos la esencia misma de lo que se contempla.
El diario vivir nos aleja (aparentemente) de nuestro propósito de aquietarnos y contemplar, pero no hay necesidad de permitirle a nuestro cotidiano alejarnos de la quietud. Todos los momentos son propicios para la contemplación y justamente en esa complacencia, que da el contemplar, está oculto el conocimiento que encierran las experiencias. Quizás la vida nos ha atraído diversas emociones por medio de nuestras particulares vivencias, pero estamos incapacitados de ver las lecciones que son parte esencial de esas experiencias porque no nos hemos aquietado para contemplar, porque no nos hemos aquietado para abrirnos, porque no nos hemos aquietado para comprender...
Ahora es el momento correcto para que nos levantemos sobre las situaciones que nos conllevan a ser adultos. Ahora es el instante mágico que se nos abre para que hagamos esa conexión precisa que se logra en el relajamiento de la contemplación.
¿Por qué ahora? porque es ahora que estamos atrayendo esta lección de vida a la manifestación en nuestras vidas, no antes. Es muy importante que aprendamos que por la Ley de atracción se manifiestan las cosas, atraemos lo que es correcto para nuestro aprendizaje y nuestro crecimiento en el momento justo para nosotros. Las lecciones jamás se adelantan o se atrasan; siempre están a tiempo. Es decir que no hay necesidad de lamentarse por no haberse sentado antes a mirar el atardecer relajadamente, o la luna saliendo, o la ordenada filita de hormigas laboriosas que nos ayudan en la limpieza de nuestra cocina.......
Nada es casual sino causal, así es que AHORA dispongámonos a disfrutar de lo que por derecho de conciencia nos corresponde. Despertemos a la Gracia de la contemplación dejando que la quietud se establezca en nosotros.
Me atrevo a afirmar esto porque sólo con mucho esfuerzo, dominio de nosotros mismos y práctica continua seremos capaces de pasarnos una hora entera contemplando y eso para un niño es tarea fácil. La contemplación es un ejercicio que requiere de profunda quietud y reconocimiento total del ahora, es decir que para entrar en un estado perfecto de contemplación debemos vaciar la mente de todo y unificarnos tanto con lo contemplado, que nos volvamos la esencia misma de lo que se contempla.
El diario vivir nos aleja (aparentemente) de nuestro propósito de aquietarnos y contemplar, pero no hay necesidad de permitirle a nuestro cotidiano alejarnos de la quietud. Todos los momentos son propicios para la contemplación y justamente en esa complacencia, que da el contemplar, está oculto el conocimiento que encierran las experiencias. Quizás la vida nos ha atraído diversas emociones por medio de nuestras particulares vivencias, pero estamos incapacitados de ver las lecciones que son parte esencial de esas experiencias porque no nos hemos aquietado para contemplar, porque no nos hemos aquietado para abrirnos, porque no nos hemos aquietado para comprender...
Ahora es el momento correcto para que nos levantemos sobre las situaciones que nos conllevan a ser adultos. Ahora es el instante mágico que se nos abre para que hagamos esa conexión precisa que se logra en el relajamiento de la contemplación.
¿Por qué ahora? porque es ahora que estamos atrayendo esta lección de vida a la manifestación en nuestras vidas, no antes. Es muy importante que aprendamos que por la Ley de atracción se manifiestan las cosas, atraemos lo que es correcto para nuestro aprendizaje y nuestro crecimiento en el momento justo para nosotros. Las lecciones jamás se adelantan o se atrasan; siempre están a tiempo. Es decir que no hay necesidad de lamentarse por no haberse sentado antes a mirar el atardecer relajadamente, o la luna saliendo, o la ordenada filita de hormigas laboriosas que nos ayudan en la limpieza de nuestra cocina.......
Nada es casual sino causal, así es que AHORA dispongámonos a disfrutar de lo que por derecho de conciencia nos corresponde. Despertemos a la Gracia de la contemplación dejando que la quietud se establezca en nosotros.