lunes, junio 25, 2007

Cuando afirmamos ¡Así soy yo!

Cuando afirmamos ¡así soy yo! nos reconocemos como una expresión de vida con características estables y firmes. Pero, si miramos un poco más de cerca, observaremos que aquello que definimos como nuestra identidad se asemeja más a una grabación prefabricada, que ni siquiera es nuestra. Decimos ¡así soy yo! y nos referimos a las creencias que nos inculcaron nuestros padres, al implante cerebral que nos hicieron las estructuras sociales y religiosas vigentes, a las huellas indelebles dejadas por la educación que recibimos y a las impresiones que nos han marcado desde que estábamos en el vientre de nuestra madre.

Nuestra personalidad se construyó mediante la imitación y la repetición de interpretaciones y hábitos de otros seres, que vivieron a nuestro alrededor y plasmaron su colección de miedos, juicios y expectativas en el disco duro de nuestra dócil memoria. ¿Cómo podemos decir que no es posible cambiar lo que en resumidas cuentas es postizo?

Cada mañana miramos nuestra propia imagen en el espejo y la figura que vemos nos parece permanente?. ¡No lo es! Internamente, a niveles moleculares, existe renovación constante, hay unas células que mueren y otras que nacen. Todo en nuestro ser es cambio en acción: nuestro corazón bombea sangre nueva, los pulmones reciben cada momento un nuevo aliento. Vida es equivalente a continuo movimiento, mientras que quietud e inacción son características de muerte. ¿Cómo podemos entonces pretender que no haya cambios?

Cuando no fluimos con el cambio, corremos el riesgo de congelarnos dentro de un sistema de creencias y atrincherarnos en la cruzada de hacer prevalecer lo conocido. El universo tiene otros planes, en el momento en que nos encuentre estancado, se encargará de provocar una crisis para romper viejas estructuras y forzarnos a avanzar más allá de nosotros mismos.

Crisis significa reajuste, encontrar nuevas formas de percibir, y revaluar los hábitos. Si estamos atrapados en condiciones internas o externas que no queremos ver, o en conflictos que no estamos interesados en resolver, entonces el único camino abierto para que despertemos es mediante una crisis. Cuando el evento más inesperado haga impacto en nuestra vida, el golpe nos obligará a cuestionar actitudes y a trazar objetivos diferentes. Nos dará el impulso adecuado para descontinuar las viejas formas de operar y crear otras nuevas más armónicas.

Las crisis, igual que las enfermedades, pueden ser evitadas, si estamos enfocados en prevenirlas. Cuando la primera manifestación de negatividad sale a superficie, sea por el deterioro de una relación cercana, una enfermedad, o por dificultades económicas, o profesionales, entonces ¡ojo!, ya hemos recibido la primera señal de que tomamos la ruta equivocada. Busca en tu interior que es lo que asumes como cierto y que no lo es, porque toda experiencia dolorosa es el producto de un pensamiento distorsionado. Revisa actitudes, y establece nuevas prioridades. Es entonces cuando debemos preguntarnos: ¿qué es aquello que debo corregir en mí? Ten en cuenta que todos los bloqueos interiores generan bloqueos exteriores, que se manifiestan como: oposición, obstáculos, choques y conflictos.

Cuando sientas un deseo genuino de cambiar, toma en cuenta que este surge desde lo más profundo de nuestro ser. Si tienes la humildad de reconocer lo que verdaderamente eres, sin caretas, ni excusas, y sobre todo sin culpar a los demás por nuestros reveces, formaremos el primer eslabón de nuestra cadena ascendente. La tarea que comienza, es la de la transformación de nosotros. Seguramente fallaremos en nuestros primeros intentos, porque, igual que un niño, necesitamos repetir la misma lección innumerables veces antes de poder asimilarla. Pero una experiencia vale más que mil palabras, aprendamos por "error, corrección y acierto". El cambio positivo se dará cuando lleguemos a desearlo con todo nuestro ser, y aceptemos las vivencias de cada día como nuestro entrenamiento.

Existe la posibilidad de reprogramar el subconsciente, que es nuestro disco duro, con una visión nueva de nosotros. Por ejemplo: si inconscientemente nos domina "el miedo a perder", nos tornaremos autoritarios, impacientes, agresivos y no estaremos satisfechos sino imponiendo nuestros puntos de vista a todo el mundo. Para suprimir esas características indeseables, necesitamos trabajar en adquirir tolerancia. Con una frase de negación podemos borrar lo viejo, repitámosla muchas veces hasta que se fije internamente: "Nada, ni nadie tiene la capacidad de molestarme, cuando las cosas no resultan como yo deseo". Luego construimos nuestra nueva actitud repitiendo la afirmación opuesta: "Yo estoy dispuesto a aceptar los derechos de los demás. Yo soy amorosamente tolerante".

Las frases pueden cambiarse, según sean nuestras necesidades. La magia depende de la constancia en el trabajo, porque repitiendo aprendemos, y repitiendo debemos desaprender lo que debe ser descartado.

sábado, junio 16, 2007

Disfrutar la vida.

Ante las ocupaciones cotidianas tendemos a desconectarnos de nosotros mismos, y a concentrarnos precisamente en aquello que deseamos evitar. Aunque esto tiende a ocurrir con relativa facilidad, también es muy sencillo revertir el proceso y reconectarnos para vivir vidas llenas de sentido y satisfacción. Para lograrlo basta con seguir unos sencillos pasos que al final terminarán transformándonos.

La conciencia es la llave para la transformación. Simplemente estar conscientes de cuales son nuestras convicciones y hábitos actuales, nos coloca en el punto de partida real para nuestra travesía por la vida. En el momento que nos volvemos conscientes de, e identificamos, nuestras ilusiones y apegos, nos liberamos del poder que hasta ese momento ejercían sobre nosotros. Este descubrimiento nos lleva a recuperarnos de las ilusiones pasajeras e incrementa nuestra habilidad para permitir que las cosas sean tal como son.

Una de las decisiones más importantes que podemos tomar es estar presente "aquí y ahora" en cada momento, y una vez tomada, conectarnos con nuestra intención y comprometernos a manifestarse a si mismo. A partir de ese momento su viaje hacia el despertar habrá comenzado. Solo aquellos quienes están presentes y disponibles tienen la habilidad de responder conscientemente, los demás reaccionan inconscientemente.

Mientras que la conciencia nos permite descubrirnos, la responsabilidad nos permite rescatarnos. En el mismo momento en que asumimos responsabilidad por nuestra vida nos rescatamos a nosotros mismos, recuperamos nuestro poder interno, nuestra dignidad, nuestro respeto y la seguridad y confianza en nuestra capacidad. Este proceso a su vez nos hace volver a creer en nosotros, lo cual inevitablemente nos permite creer en los demás y en el proceso que es la vida.

La habilidad de responder conscientemente es una de las más grandes oportunidades que nos brinda la vida. Responder conscientemente significa estar dispuesto, el comportamiento opuesto sería estar indispuesto, ser compulsivo y apegado. Asumir la responsabilidad absoluta de nuestra vida implica una tremenda ventaja, pues nos convierte en los creadores de nuestro propio destino, y así podremos darle forma a nuestro futuro de acuerdo con nuestros deseos e intenciones claras. Esto nos permite organizar nuestros pensamientos y dirigir nuestras energías, para convertirlos en senderos que nos conduzcan hacía el éxito.

Intención: Primero necesitamos decidir que es lo que queremos, y luego establecer metas realizables en las cuales creemos totalmente. Posteriormente visualizarlas en nuestra mente con todo el detalle posible, como si ya fueran realidad. Así empleamos a nuestro favor el principio universal "Aquello en lo que se concentra, aumenta", al alimentar nuestra mente con esos pensamientos, lograremos que estos se expandan. Cuando organizamos nuestros pensamientos para un propósito especifico, asumimos la responsabilidad de manifestar nuestra realidad. Comenzamos a organizar nuestros pensamientos al estar disponibles, presentes y conscientes. Creamos por medio de nuestra intención, así es como el karma, o ley de causa y efecto actúa. En cualquier momento podemos asumir la responsabilidad de ejercer nuestra intención para crear nuestro futuro tal como lo deseamos.

Comprometernos con nuestras verdaderas intenciones equivale a establecer un acuerdo con lo divino. Es solo a partir de ese momento de compromiso que el universo comienza a tomarnos en serio, y se adapta para acomodarnos. Nuestra palabra es un voto sagrado. Cuando damos nuestra palabra no solo estamos comprometiéndonos con nosotros mismos y los demás, nos conectamos a un nivel más sutil con fuerzas vivas que se ponen en movimiento para hacer realidad nuestras intenciones más elevadas, y por medio de ellas nos relacionamos con la esencia que existe en todo y todos. Por medio del compromiso nos comunicamos y conectamos energéticamente con los recursos infinitos del cosmos. El compromiso es el magnetismo que hace que todo permanezca unido y en armonía. A partir del momento en que definitivamente nos comprometemos con nuestro bienestar, el universo comienza a conspirar para hacerlo realidad.
El compromiso debe ser expresado efectivamente en acciones. Ejecutar estas acciones diariamente nos acerca paso a paso a nuestras metas, las cuales se convierten en un sistema de navegación que guía nuestras acciones, por eso es importante ajustar nuestras coordenadas (mantenernos enfocados) constantemente para mantener el curso. Este viaje es un proceso, no un destino, hay que disfrutar la travesía. Actuar conscientemente activa las fuerzas de la naturaleza, y nos pone en contacto con nuestros poderes de manifestación y creación. Ejecutar acciones elevadas atrae abundancia a nuestras vidas, y de esa manera comenzamos a contribuir, enriquecer y servir a la humanidad al reflejar las más elevadas cualidades de nuestro ser interno. Al servir nos volvemos merecedores y receptivos, así es como se asegura el ciclo de creación y transformación, potenciando nuestras vidas y las de quienes nos rodean con generosidad, amabilidad y compasión.

El deseo es la semilla de la acción, y cuando removemos los obstáculos a nuestra creatividad, y dejamos de coartar y racionar las fuerzas creativas, al ejecutar acciones conscientes y elevadas, permitimos que la abundancia fluya en nuestras vidas. Liberar las áreas bloqueadas de su vida le permite vivir plenamente y disfrutar de la vida, sirviendo de la manera más elevada y dando y recibiendo generosamente sin apegos.

A medida que avanzamos comenzamos a ver más claramente la vida como realmente es, y nuestra intuición nos guiará con un significativo impacto en nuestras metas y acciones. Es importante al alcanzar este nivel colocarnos en un estado receptivo que nos permita obtener el máximo beneficio de las intuiciones que recibamos, lo que nos permitirá aprovechar las oportunidades que se presenten para profundizar en nuestro propio descubrimiento. En el camino afinamos y fortalecemos la práctica, ensayamos las intenciones y compromisos, y creamos oportunidades para adquirir madurez y conocimiento. Al desenvolverse ese proceso cultivamos la sabiduría y a medida que obstáculos y retos se presentan, estamos disponibles y presentes para enriquecernos con la experiencia. Esto provee la atención y conciencia necesarias para resolver las energías restringidas y expandirlas al ejercer el desapego.

Disfrutarnos totalmente desprovistos de apego es estar inspirados, esa es una meta elevada que puede brindar mucha satisfacción. Estar inspirados es estar en contacto con nuestra esencia, desde donde podemos armonizarnos con la esencia misma de la creación.

Cuando vivimos momento a momento permitiendo que la esencia fluya a través de nosotros, sin restringirla, permitiéndole derramarse sobre todo y todos los que nos rodean, es natural reconocernos como parte integral del todo. En ese descubrimiento reconocemos que la sensación de estar separados era una ilusión de la mente que es desplazada por la maravillosa realidad de pertenecer a un universo lleno de armonía en el cual la creación, el creador y el creado son uno y el mismo, y en ese estado dar y recibir son también una y la misma cosa, después de la cual solo es posible disfrutar de maravillarnos con cada instante.

No hay manera de poseer mayor riqueza que siendo capaz de aprender a vivir cada momento, con lo bueno, y con lo menos bueno que se nos ofrece. Unamos nuestras energías y fuerzas, para que juntos disfrutemos de todo lo que el universo nos pone en nuestro camino.

domingo, junio 03, 2007

¿Es posible cambiar?

Cuando afirmamos ¡así soy yo! nos reconocemos como una expresión de vida con características estables y firmes. Pero, si miramos un poco más de cerca, observaremos que aquello que definimos como nuestra identidad se asemeja más a una grabación prefabricada, que ni siquiera es nuestra. Dices ¡así soy yo! y te refieres a las creencias que nos inculcaron nuestros padres, al implante cerebral que nos hicieron las estructuras sociales y religiosas vigentes, a las huellas indelebles dejadas por la educación que recibimos y a las impresiones que nos han marcado desde que estábamos en el vientre de nuestra madre. ¡Nuestro ego, como entidad, no existe!
Nuestra personalidad se construyó mediante la imitación y la repetición de interpretaciones y hábitos de otros seres, que vivieron a nuestro alrededor y plasmaron su colección de miedos, juicios y expectativas en el disco duro de nuestra dócil memoria. ¿Cómo puedes decir entonces que no es posible cambiar lo que en resumidas cuentas es postizo?
Cada mañana miras tu propia imagen en el espejo y la figura que ves te parece permanente. ¡No lo es! Internamente, a niveles moleculares, existe renovación constante, hay unas células que mueren y otras que nacen. Todo en nuestro ser es cambio en acción: nuestro corazón bombea sangre nueva, los pulmones reciben cada momento un nuevo aliento. Vida es equivalente a continuo movimiento, mientras que quietud e inacción son características de muerte. ¿Cómo puedes entonces pretender que no haya cambios?
Cuando no fluyes con el cambio, corremos el riesgo de congelarnos dentro de un sistema de creencias y atrincherarnos en la cruzada de hacer prevalecer lo conocido. El universo tiene otros planes, en el momento en que nos encuentre estancado, se encargará de provocar una crisis para romper viejas estructuras y forzarnos a avanzar más allá de nosotros mismos. Crisis significa reajuste, encontrar nuevas formas de percibir, y revaluar los hábitos. Si estamos atrapados en condiciones internas o externas que no queremos ver, o en conflictos que no estamos interesados en resolver, entonces el único camino abierto para que despertemos es mediante una crisis.
Cuando el evento más inesperado haga impacto en nuestra vida, el golpe nos obligará a cuestionar actitudes y a trazar objetivos diferentes. Nos dará el impulso adecuado para descontinuar las viejas formas de operar y crear otras nuevas más armónicas.
Las crisis, igual que las enfermedades, pueden ser evitadas, si estamos enfocados en prevenirlas. Cuando la primera manifestación de negatividad sale a superficie, sea por el deterioro de una relación cercana, una enfermedad, o por dificultades económicas, o profesionales, entonces ¡ojo!, ya hemos recibido la primera señal de que tomamos la ruta equivocada. Busca en tu interior que es lo que asumes como cierto y que no lo es, porque toda experiencia dolorosa es el producto de un pensamiento distorsionado. Revisa actitudes, y establece nuevas prioridades. Es entonces cuando debemos preguntarnos: ¿qué es aquello que debo corregir en mí? Ten en cuenta que todos los bloqueos interiores generan bloqueos exteriores, que se manifiestan como: oposición, obstáculos, choques y conflictos.
Cuando sientas un deseo genuino de cambiar, toma en cuenta que este surge desde lo más profundo de nuestro ser. Si tienes la humildad de reconocer lo que verdaderamente eres, sin caretas, ni excusas, y sobre todo sin culpar a los demás por nuestros reveces, formaremos el primer eslabón de nuestra cadena ascendente. La tarea que comienza, es la de la transformación de nosotros. Seguramente fallaremos en nuestros primeros intentos, porque, igual que un niño, necesitamos repetir la misma lección innumerables veces antes de poder asimilarla. Pero una experiencia vale más que mil palabras, aprendamos por "error, corrección y acierto".
El cambio positivo se dará cuando lleguemos a desearlo con todo nuestro ser, y aceptemos las vivencias de cada día como nuestro entrenamiento.
Existe la posibilidad de reprogramar el subconsciente, que es nuestro disco duro, con una visión nueva de nosotros. Por ejemplo: si inconscientemente nos domina "el miedo a perder", nos tornaremos autoritarios, impacientes, agresivos y no estaremos satisfechos sino imponiendo nuestros puntos de vista a todo el mundo. Para suprimir esas características indeseables, necesitamos trabajar en adquirir tolerancia. Con una frase de negación podemos borrar lo viejo, repitámosla muchas veces hasta que se fije internamente: "Nada, ni nadie tiene la capacidad de molestarme, cuando las cosas no resultan como yo deseo". Luego construimos nuestra nueva actitud repitiendo la afirmación opuesta: "Yo estoy dispuesto a aceptar los derechos de los demás. Yo soy amorosamente tolerante".
Las frases pueden cambiarse, según sean nuestras necesidades. La magia depende de la constancia en el trabajo, porque repitiendo aprendemos, y repitiendo debemos desaprender lo que debe ser descartado.