“El universo opera por medio de un intercambio dinámico, dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo, y si estamos dispuestos a dar aquello que tanto buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida". Deepak Chopra
El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar y del recibir. Nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse.
El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. “Dar y Recibir” son dos aspectos del fluir de la energía del Universo. Esto es tan simple como la idea que debo dar lo que quiero recibir, si deseamos alegría, démosles alegría a otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza, si deseamos placer, demos placer, en realidad, la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean. Si impedimos la circulación de la vida, y si nuestra intención es acaparar y aferrarnos a todo, si emitimos pensamientos negativos, estamos impidiendo que la energía vuelva a circular en nuestra vida y nos enfermamos. Para que todo fluya siempre hacia nosotros, debemos mantenerla en circulación. Todo en el Universo fluye, va y viene. Dar y recibir es el flujo constante de la afluencia, que significa “fluir en abundancia”.
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Por eso el acto de dar debe ser alegre, la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.
Cada uno tiene un tesoro que debe estar dispuesto a compartir con el otro, cada uno tiene características propias que debe poner al servicio del otro. La mujer es más intuitiva, generosa, delicada, tierna, con más tacto. El hombre es más pragmático, racional, firme. Mutuamente debemos compenetrarnos y complementarnos. Si sólo damos, nos vaciamos; si sólo recibimos, somos egoístas. El amor es dar y recibir para mantenerse y crecer.
Si uno da sin recibir, termina dependiendo del otro.
Si uno recibe sin dar, termina dominado por el otro.
El intercambio de darse y recibir crea una relación de iguales: precisamente por haber dado, recibe en compensación y por haber recibido, siente deseos de seguir dando. El amor visto así no radica en la posesión del otro sino en la donación de uno mismo.
Los seres humanos somos complicados por naturaleza, pues somos muy proclives a invertir la esencia de las cosas, y en ello, radica la causa de nuestra infelicidad. Sin embargo, no todo esta perdido, pues afortunadamente la infelicidad causada por una confusión de nuestra conducta en “el dar y recibir”, puede curarse, todo es cuestión de una verdadera toma de conciencia del papel que jugamos en esta vida, y que conozcamos bien nuestras limitaciones y nuestras capacidades y las usemos a favor de nuestros semejantes. ¡Así de simple!
El cambio de actitud es la semilla de la felicidad, quien aprende a dar, simultáneamente aprende el valor y la importancia de recibir. En toda semilla está la promesa de miles de bosques, la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil, a través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material, cuanto más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida, en realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado.
Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regaña-dientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar. Al dar y al recibir, la intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia.
La mejor manera de poner a funcionar la ley del dar y recibir, de iniciar todo el proceso de circulación, es tomando la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una persona, le daremos algo, no es necesario que sean cosas materiales; podría ser una flor, un cumplido o una oración, en realidad, las formas más poderosas de dar no son materiales, obsequios como interesarse, prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos de los más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar, esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.
Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo, cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley, y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad para dar.
Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos naturalmente prósperos porque la naturaleza provee a todas las necesidades y deseos, no nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades infinitas, por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura, es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la paz, la armonía y el conocimiento. Si vamos en pos de estas cosas primero - no solamente para nosotros mismos, sino para los demás - todo lo demás, nos llegará espontáneamente.
El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar y del recibir. Nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse.
El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. “Dar y Recibir” son dos aspectos del fluir de la energía del Universo. Esto es tan simple como la idea que debo dar lo que quiero recibir, si deseamos alegría, démosles alegría a otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza, si deseamos placer, demos placer, en realidad, la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean. Si impedimos la circulación de la vida, y si nuestra intención es acaparar y aferrarnos a todo, si emitimos pensamientos negativos, estamos impidiendo que la energía vuelva a circular en nuestra vida y nos enfermamos. Para que todo fluya siempre hacia nosotros, debemos mantenerla en circulación. Todo en el Universo fluye, va y viene. Dar y recibir es el flujo constante de la afluencia, que significa “fluir en abundancia”.
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Por eso el acto de dar debe ser alegre, la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.
Cada uno tiene un tesoro que debe estar dispuesto a compartir con el otro, cada uno tiene características propias que debe poner al servicio del otro. La mujer es más intuitiva, generosa, delicada, tierna, con más tacto. El hombre es más pragmático, racional, firme. Mutuamente debemos compenetrarnos y complementarnos. Si sólo damos, nos vaciamos; si sólo recibimos, somos egoístas. El amor es dar y recibir para mantenerse y crecer.
Si uno da sin recibir, termina dependiendo del otro.
Si uno recibe sin dar, termina dominado por el otro.
El intercambio de darse y recibir crea una relación de iguales: precisamente por haber dado, recibe en compensación y por haber recibido, siente deseos de seguir dando. El amor visto así no radica en la posesión del otro sino en la donación de uno mismo.
Los seres humanos somos complicados por naturaleza, pues somos muy proclives a invertir la esencia de las cosas, y en ello, radica la causa de nuestra infelicidad. Sin embargo, no todo esta perdido, pues afortunadamente la infelicidad causada por una confusión de nuestra conducta en “el dar y recibir”, puede curarse, todo es cuestión de una verdadera toma de conciencia del papel que jugamos en esta vida, y que conozcamos bien nuestras limitaciones y nuestras capacidades y las usemos a favor de nuestros semejantes. ¡Así de simple!
El cambio de actitud es la semilla de la felicidad, quien aprende a dar, simultáneamente aprende el valor y la importancia de recibir. En toda semilla está la promesa de miles de bosques, la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil, a través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material, cuanto más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida, en realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado.
Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regaña-dientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar. Al dar y al recibir, la intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia.
La mejor manera de poner a funcionar la ley del dar y recibir, de iniciar todo el proceso de circulación, es tomando la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una persona, le daremos algo, no es necesario que sean cosas materiales; podría ser una flor, un cumplido o una oración, en realidad, las formas más poderosas de dar no son materiales, obsequios como interesarse, prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos de los más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar, esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.
Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo, cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley, y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad para dar.
Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos naturalmente prósperos porque la naturaleza provee a todas las necesidades y deseos, no nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades infinitas, por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura, es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la paz, la armonía y el conocimiento. Si vamos en pos de estas cosas primero - no solamente para nosotros mismos, sino para los demás - todo lo demás, nos llegará espontáneamente.
Hoy recibiré con gratitud todos los regalos que la vida me dé. Recibiré los obsequios de la naturaleza: la luz del sol y el canto de los pájaros. También estaré abierto a recibir de los demás. Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, APRENDAMOS A DESEARLAS EN SILENCIO a todo el mundo todas las cosas buenas de la vida.