lunes, agosto 13, 2007

El reto del Ser.

La insatisfacción es una potente energía que nos moviliza. Comenzamos a sentir la tensión entre lo que demanda un anhelo interior y lo que estamos viviendo cotidianamente. Nos ayuda a darnos cuenta de unos aparentes límites pero también nos permite ver nuestra posibilidad de crecimiento. Si estamos sintiendo insatisfacción es un excelente momento para hacer una profunda reflexión personal, permitirnos momentos de quietud y de sosegada escucha, plantearnos preguntas profundas e imaginar.

En nuestro interior se encuentra un núcleo de tesoros en forma de recursos personales que podemos utilizar para alcanzar nuestro destino. Pero la posibilidad de utilización de estos recursos pasa por el reconocimiento que tengamos de ellos. Si no somos concientes de nuestro potencial el vacío interior puede transformarse en inseguridad. ¿Qué tal concentrar nuestra energía en descubrir los obstáculos que nos impiden la conciencia de nuestra plenitud y el total desenvolvimiento de nuestro potencial?

Las épocas de crisis son un buen momento para desarrollar esa potencialidad porque necesitamos encontrar nuevas soluciones para afrontar los acuciantes problemas. Vivir el presente, en esos momentos más que nunca, es un desafío que requiere abandonar la pereza y pasar a la acción consciente.

Entre las capacidades del ser humano se encuentran los medios que nos permiten vivir desde lo más esencial en nosotros, que nos posibilitan expresar nuestra clave del alma, aquello que nos permite compartir y expandir lo mejor de nosotros mismos. "los medios principales para expresar nuestra voz son: visión, disciplina, pasión y conciencia, que a su vez son las manifestaciones más altas de las cuatro inteligencias (mental, física, emocional y espiritual) y que todas se resumen en una sola y gran palabra AMOR.

Por una parte somos capaces de imaginar aquello que luego podemos hacer realidad. Poseemos la capacidad mental de ver y concretar en metas y planes, lo que deseamos y soñamos. Podemos poner palabras a nuestra visión y teniendo en cuenta nuestros valores establecer prioridades en la vida cotidiana. Además tenemos la capacidad física para comprometernos en una serie de acciones que permitan que ocurra aquello que hemos imaginado. Cuando la disciplina se une a la visión desarrollamos la fuerza de voluntad que nos permite sumergirnos en la realidad y ejecutar nuestros proyectos.

También vamos a necesitar desarrollar la capacidad de entusiasmarnos. Esa conexión emocional, esa pasión surge del corazón y se funda en nuestra capacidad de elegir nuestra propia respuesta frente a las circunstancias. Es el combustible que nos permite avanzar frente a las dificultades y tiene una fuerza intensa cuando nuestra visión y nuestro compromiso de acción integran pasión y compasión. Es decir, liberamos un gran poder cuando nos entregamos a una actividad que nos permite desarrollar nuestra voluntad de sentido y de conexión con algo más grande que nosotros mismos.

La inteligencia espiritual, la conciencia de sentido y aportación, nos ayuda a pasar de las visiones personales independientes a la experiencia de la interdependencia que respetando la individualidad o sentido de nuestro singular papel en la vida, también escucha y siente la totalidad del sistema y del entorno del que formamos parte.

Nuestra inteligencia espiritual nos ayudará a encontrar nuestro propio "para qué", el propósito que da sentido a nuestra vida, nuestra capacidad mental se encargará de concretar el "qué", lo que queremos lograr, nuestra capacidad física nos permitirá disciplinarnos y comprometernos para descubrir el "cómo", es decir, la manera de lograrlo y nuestra pasión será la fuerza de los sentimientos que en cada paso impulsará al "para qué", al "que" y al "como".

Ahora podemos observar las necesidades a nuestro alrededor. Observar los talentos que una vez disciplinados y aplicados podrán responder a esas necesidades. Observar si nuestra conciencia nos inspira e impulsa a pasar a la acción y comprometernos en esa actividad. Quizás ahí se encuentra la posibilidad de dejar oír nuestra voz y de encontrarnos con nuestra vocación. La mente no puede tener lo que no elige ser, por lo tanto la oportunidad está en desarrollar una visión que trascienda nuestros límites y trabajar por ella, de corazón, con conciencia y responsabilidad.
El reto es llegar a ser lo que puedes ser.