lunes, enero 22, 2007

El pensamiento y los sentimientos.

Una de las leyes de la energía postula que una energía de determinadas características y vibración tiende a atraer energías de características y vibración semejantes.
El pensamiento y los sentimientos tienen su propia energía magnética de naturaleza similar. Podemos observar este principio en la práctica cuando, por ejemplo, nos encontramos «por casualidad» con alguien en quien acabamos de pensar, o cuando tomamos «al azar» un libro que contiene la información que justamente necesitábamos en ese momento.

El pensamiento es una forma de energía rápida, ligera y móvil. Se manifiesta instantáneamente, a diferencia de otras formas de energías más densas, como la materia. Cuando creamos algo, empezamos a hacerlo en forma de pensamiento.
Un pensamiento o idea siempre precede a su manifestación real. «Pienso que voy a hacer la cena» es la idea que precede a la preparación de una comida. «Quiero un vestido nuevo» es la idea anterior a ir a comprarse uno. «Necesito un empleo» es el pensamiento previo a buscarlo. El artista primero tiene una idea o inspiración y luego crea, por ejemplo, un cuadro. El arquitecto realiza en primer lugar un diseño y luego construye la casa.

La idea es como una película fotográfica: crea una imagen de la forma que luego se magnetiza y conduce la energía física para que confluya en esa forma y pueda llegar a manifestarse en el plano físico. Este principio sigue siendo válido aunque no emprendamos una acción física directa para que nuestras ideas se materialicen.

El mero hecho de tener una idea o pensamiento alojados en nuestra mente es una energía que tenderá a atraer y crear la forma en el plano material. Si pensamos constantemente en la enfermedad, podemos acabar enfermando. Si pensamos en nosotros mismos como algo bello, acabaremos siéndolo. Las ideas y sentimientos inconscientes que albergamos en nuestro interior actúan del mismo modo.