La entrega es la simple, pero profunda sabiduría de ceder más que oponerse al fluir de la vida. El único lugar donde se puede experimentar el fluir de la vida es en el Ahora, así que entregarse es aceptar el momento presente incondicionalmente y sin reservas. Es abandonar la resistencia interior a lo que es, por el juicio mental y la negatividad emocional.
Se vuelve particularmente pronunciada cuando las cosas "van mal", lo que significa que hay una brecha entre las demandas o expectativas rígidas de nuestra mente y lo que es. Esa es la brecha del dolor. Es precisamente en estas ocasiones cuando se debe practicar la entrega, si queremos eliminar el dolor y la tristeza de nuestra vida. La aceptación de lo que es, lo libera inmediatamente de la identificación con la mente y así lo vuelve a conectar con el Ser. La resistencia es la mente.
La entrega es un fenómeno puramente interior. No significa que en el exterior no se pueda actuar y cambiar la situación. De hecho, no es la situación total lo que se debe aceptar cuando se entrega, sino sólo el minúsculo segmento llamado el Ahora. Por ejemplo, si estuvieras atascado en el barro en algún sitio, no dirías: "Bien, me resigno a quedarme en el barro".
La resignación no es entrega. No tiene que aceptarse una situación vital indeseable o desagradable. Ni necesitamos engañarnos y decir que no hay nada malo en estar atascado en el barro. No, reconocemos completamente que queremos salir de ahí. Entonces concentramos nuestra atención en el momento presente sin etiquetarlo mentalmente de ninguna forma. Esto significa que no se juzga al Ahora. Por lo tanto, no hay resistencia, ni negatividad emocional. Aceptamos el ser del momento. Entonces emprendemos la acción y hacemos todo lo que podemos para salir del barro. Tal acción la llamo acción positiva. Es mucho más efectiva que la acción negativa, que surge de la ira, la desesperación o la frustración. Hasta que logremos el resultado deseado, continúa practicando la entrega sin calificar el Ahora.
La incapacidad de aceptar endurece nuestra forma psicológica, la cáscara del ego, y crea así un fuerte sentido de separación. El mundo que nos rodea y en particular la gente se perciben como amenazas. Surge la compulsión inconsciente de destruir a los demás por medio del juicio, así como la necesidad de competir y dominar. Incluso la naturaleza se convierte en nuestra enemiga y nuestras percepciones e interpretaciones están dominadas por el miedo. La enfermedad mental que llamamos paranoia es sólo una forma un poco más aguda de este estado normal, pero disfuncional, de conciencia.
La entrega es perfectamente compatible con la acción, con iniciar cambios o lograr metas. Pero en el estado de rendición hay una energía totalmente diferente, una cualidad distinta, que fluye en su actuar. La entrega nos vuelve a conectar con la fuente de energía del Ser y si nuestra actuación está infundida por el Ser, se convierte en una celebración gozosa de energía vital que nos lleva más profundamente al Ahora. Por medio de la no resistencia, la calidad de nuestra conciencia y, por lo tanto, la calidad de todo lo que estamos haciendo o creando se realzan inconmensurablemente. Los resultados entonces se producirán por sí mismos y reflejarán esa calidad. Podríamos llamar a esto "acción entregada".
La cualidad de nuestra conciencia en este momento es la que constituye el determinante principal del tipo de futuro que experimentaremos; así, entregarse es lo más importante que podemos hacer para producir un cambio positivo. Cualquier acción que realicemos es secundaria. No puede surgir una acción verdaderamente positiva de un estado de conciencia sin entrega. En el estado de entrega, vemos muy claramente lo que debe hacerse y actuar haciendo una cosa cada vez y concentrándose en una cosa a la vez. Aprender de la naturaleza: ver cómo todo se logra y cómo el milagro de la vida se despliega sin insatisfacción o infelicidad. Por eso Jesús dijo: "miren los lirios, cómo crecen; ni se afanan ni se enredan". Si nuestra situación general es insatisfactoria o desagradable, separa este instante y entrégate a lo que es. Esa es la linterna que atraviesa la niebla. Nuestro estado de conciencia deja entonces de ser controlada por las condiciones externas. Ya no dependemos de la reacción y la resistencia.
Mira los detalles específicos de la situación. Pregúntate: "¿Hay algo que pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla o apartarme de ella?" Si es así, actúa apropiadamente. No te concentres en las cien cosas que harás o podrías hacer en el futuro sino en la única que puedes hacer ahora. Esto no significa que no debamos planear. Puede ser que esa planeación sea lo único que se puede hacer ahora. Pero asegúrate de no empezar a proyectar "películas mentales", a proyectarte a sí mismo hacia el futuro y a perder así el Ahora.
Cualquier acción que se emprenda puede no producir fruto inmediatamente. Hasta que lo haga, no nos resistamos a lo que es. Si no se puede actuar y tampoco se puede apartar de la situación, úsela para ayudarte a profundizar más en la entrega, para profundizar más en el Ahora, en el Ser. Cuando entramos en esta dimensión intemporal del presente, el cambio llega a veces de forma extraña sin necesidad de mucha acción de su parte.
La vida se vuelve cooperadora y viene en nuestra ayuda. Si factores internos, como el miedo, la culpa o la inercia nos impiden actuar, se disolverán a la luz de nuestra presencia consciente. No confundamos la entrega con una actitud de "Nada me puede molestar ya" o "Ya no me importa". Si lo miramos de cerca, descubriremos que tal actitud está teñida de negatividad en forma de resentimiento oculto y por lo tanto no es entrega sino resistencia enmascarada. Según nos entregamos, dirigimos nuestra atención hacia el interior para comprobar si queda alguna huella de resistencia dentro de nosotros. Está muy alerta cuando lo hagas; de otra forma la resistencia puede seguir ocultándose en algún rincón oscuro, en forma de un pensamiento o una emoción no reconocidos.
Te deseo un día lleno de conciencia del Ahora, lleno de aceptación y de conciencia para sentir como fluye la vida en tu interior, ese espacio donde todo está bien.
Se vuelve particularmente pronunciada cuando las cosas "van mal", lo que significa que hay una brecha entre las demandas o expectativas rígidas de nuestra mente y lo que es. Esa es la brecha del dolor. Es precisamente en estas ocasiones cuando se debe practicar la entrega, si queremos eliminar el dolor y la tristeza de nuestra vida. La aceptación de lo que es, lo libera inmediatamente de la identificación con la mente y así lo vuelve a conectar con el Ser. La resistencia es la mente.
La entrega es un fenómeno puramente interior. No significa que en el exterior no se pueda actuar y cambiar la situación. De hecho, no es la situación total lo que se debe aceptar cuando se entrega, sino sólo el minúsculo segmento llamado el Ahora. Por ejemplo, si estuvieras atascado en el barro en algún sitio, no dirías: "Bien, me resigno a quedarme en el barro".
La resignación no es entrega. No tiene que aceptarse una situación vital indeseable o desagradable. Ni necesitamos engañarnos y decir que no hay nada malo en estar atascado en el barro. No, reconocemos completamente que queremos salir de ahí. Entonces concentramos nuestra atención en el momento presente sin etiquetarlo mentalmente de ninguna forma. Esto significa que no se juzga al Ahora. Por lo tanto, no hay resistencia, ni negatividad emocional. Aceptamos el ser del momento. Entonces emprendemos la acción y hacemos todo lo que podemos para salir del barro. Tal acción la llamo acción positiva. Es mucho más efectiva que la acción negativa, que surge de la ira, la desesperación o la frustración. Hasta que logremos el resultado deseado, continúa practicando la entrega sin calificar el Ahora.
La incapacidad de aceptar endurece nuestra forma psicológica, la cáscara del ego, y crea así un fuerte sentido de separación. El mundo que nos rodea y en particular la gente se perciben como amenazas. Surge la compulsión inconsciente de destruir a los demás por medio del juicio, así como la necesidad de competir y dominar. Incluso la naturaleza se convierte en nuestra enemiga y nuestras percepciones e interpretaciones están dominadas por el miedo. La enfermedad mental que llamamos paranoia es sólo una forma un poco más aguda de este estado normal, pero disfuncional, de conciencia.
La entrega es perfectamente compatible con la acción, con iniciar cambios o lograr metas. Pero en el estado de rendición hay una energía totalmente diferente, una cualidad distinta, que fluye en su actuar. La entrega nos vuelve a conectar con la fuente de energía del Ser y si nuestra actuación está infundida por el Ser, se convierte en una celebración gozosa de energía vital que nos lleva más profundamente al Ahora. Por medio de la no resistencia, la calidad de nuestra conciencia y, por lo tanto, la calidad de todo lo que estamos haciendo o creando se realzan inconmensurablemente. Los resultados entonces se producirán por sí mismos y reflejarán esa calidad. Podríamos llamar a esto "acción entregada".
La cualidad de nuestra conciencia en este momento es la que constituye el determinante principal del tipo de futuro que experimentaremos; así, entregarse es lo más importante que podemos hacer para producir un cambio positivo. Cualquier acción que realicemos es secundaria. No puede surgir una acción verdaderamente positiva de un estado de conciencia sin entrega. En el estado de entrega, vemos muy claramente lo que debe hacerse y actuar haciendo una cosa cada vez y concentrándose en una cosa a la vez. Aprender de la naturaleza: ver cómo todo se logra y cómo el milagro de la vida se despliega sin insatisfacción o infelicidad. Por eso Jesús dijo: "miren los lirios, cómo crecen; ni se afanan ni se enredan". Si nuestra situación general es insatisfactoria o desagradable, separa este instante y entrégate a lo que es. Esa es la linterna que atraviesa la niebla. Nuestro estado de conciencia deja entonces de ser controlada por las condiciones externas. Ya no dependemos de la reacción y la resistencia.
Mira los detalles específicos de la situación. Pregúntate: "¿Hay algo que pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla o apartarme de ella?" Si es así, actúa apropiadamente. No te concentres en las cien cosas que harás o podrías hacer en el futuro sino en la única que puedes hacer ahora. Esto no significa que no debamos planear. Puede ser que esa planeación sea lo único que se puede hacer ahora. Pero asegúrate de no empezar a proyectar "películas mentales", a proyectarte a sí mismo hacia el futuro y a perder así el Ahora.
Cualquier acción que se emprenda puede no producir fruto inmediatamente. Hasta que lo haga, no nos resistamos a lo que es. Si no se puede actuar y tampoco se puede apartar de la situación, úsela para ayudarte a profundizar más en la entrega, para profundizar más en el Ahora, en el Ser. Cuando entramos en esta dimensión intemporal del presente, el cambio llega a veces de forma extraña sin necesidad de mucha acción de su parte.
La vida se vuelve cooperadora y viene en nuestra ayuda. Si factores internos, como el miedo, la culpa o la inercia nos impiden actuar, se disolverán a la luz de nuestra presencia consciente. No confundamos la entrega con una actitud de "Nada me puede molestar ya" o "Ya no me importa". Si lo miramos de cerca, descubriremos que tal actitud está teñida de negatividad en forma de resentimiento oculto y por lo tanto no es entrega sino resistencia enmascarada. Según nos entregamos, dirigimos nuestra atención hacia el interior para comprobar si queda alguna huella de resistencia dentro de nosotros. Está muy alerta cuando lo hagas; de otra forma la resistencia puede seguir ocultándose en algún rincón oscuro, en forma de un pensamiento o una emoción no reconocidos.
Te deseo un día lleno de conciencia del Ahora, lleno de aceptación y de conciencia para sentir como fluye la vida en tu interior, ese espacio donde todo está bien.