El mundo Natural se mueve en ritmos, secuencias, y ciclos, el paso de las estaciones, el movimiento de las Estrellas, el flujo y reflujo de las mareas. Las estaciones no se empujan las unas a las otras; ni las nubes avanzan al viento a través de los cielos. Todas las cosas suceden en su momento adecuado, subiendo, cayendo, subiendo, como las olas de los mares, en la rueda del tiempo. En cada corazón del invierno yace una primavera templada, y detrás del velo de cada noche espera un amanecer sonriente.
El mundo natural baila al son de la música del cambio, el paso de las estaciones, las evoluciones de los cielos, el día convirtiéndose en noche. Todas las cosas ocurren en su propio momento, en el instante adecuado, cambiando y creciendo, apareciendo y desapareciendo, creciendo y decreciendo, el flujo y el reflujo. Cualquier cosa que sube baja, y cualquier cosa que baja puede subir otra vez. Esta es la Ley de los Ciclos: "Los vientos de cambio pueden venir con la fuerza de un huracán, destrozando nuestra vida, o como una suave brisa acariciando nuestro Saber, que ese cambio es la única constante, que ocurre con forma propia, y en el tiempo y espacio adecuados.
Siempre he tenido diferentes sentimientos sobre el cambio. Algunas veces cuando la vida se torna monótona, lo deseo, pero cuando las cosas van bien, un cambio puede ser difícil.
El cambio por sí mismo no es difícil. Pasa con tanta naturalidad como una puesta de sol. Pero la mayoría de nosotros buscamos rutinas familiares para crear una sensación de control, seguridad y orden en nuestra vida, por tanto, el cambio puede parecer una bendición o una maldición, dependiendo de nuestros deseos.
La Ley de los Ciclos nos recuerda, que el Universo está en continuo cambio, en continuo movimiento, que al mismo tiempo que las estaciones cambian, también debemos hacerlo nosotros, que nuestros viejos hábitos no han de controlar nuestra vida, que nuestro pasado no tiene por qué convertirse en nuestro futuro, y que la inercia del cambio nos lleva a una mayor consciencia, sabiduría, y paz.
Hacer de jardinero a través de las cuatro estaciones nos ayuda a entender e integrar dentro de nosotros, las lecciones que la Madre Naturaleza nos da sobre la Ley de los Ciclos: Aprendiendo que las semillas sólo se reproducen de su mismo tipo, que sólo recoges lo que siembras, que cada cosecha tiene un tiempo diferente de siembra, al igual que cada una tiene también un tiempo diferente de recogida, que cuando recoges la cosecha has de guardar algunas semillas para la siguiente siembra, que tienes que acabar un ciclo para poder comenzar otro, que hay un momento en todas las semillas para nacer, crecer, evolucionar, y eventualmente morir, para ser enterradas y de esa forma ser útiles como abono (experiencia) al plantar una nueva cosecha. Tal como las semillas, los ciclos de nuestras vidas se van sucediendo de la misma manera.
Esta es una invitación a disfrutar cada estación de nuestra vida. Preparar el terreno, con conocimiento y amor, pacientemente, luego plantar las semillas, hacer el trabajo, y luego recoger los abundantes frutos. Aceptar la buena fortuna y la adversidad como aceptamos el cambio de estaciones.
Disfrutar la helada belleza de un día de invierno y los calurosos días de verano, ya que con suficiente rapidez, cada estación, cada día, cada momento, pasa a la historia, y su parecido exacto puede no ser visto nunca más. En vez de desear el verano en medio del frío invierno o pedir vientos frescos en los calurosos días de verano, abracemos cada estación por sus propios regalos. Alinéate con los ciclos del tiempo y transformación, navegando sobre el cambio como los barcos sobre las olas. Todas las cosas tienen un momento más favorable y uno menos favorable. Las puertas se abren y se cierran; las energías suben y bajan. Un pensamiento o una acción iniciados cuando la energía está subiendo se encaminan fácilmente hacia su realización, pero un pensamiento o acción iniciado en un ciclo de descenso tiene una mayor dificultad para su realización.
Es entonces cuando la Ley de los Ciclos se combina con La Ley de la Acción para revelarnos que la paciencia es el mejor componente de la sabiduría. Decía el Sabio: La paciencia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos muy dulces, la sabiduría de saber cuándo hay que actuar y cuándo hay que estar sereno, cuándo hablar y cuando callar, cuando trabajar y cuando descansar, cuándo subirte a la energía de un ciclo en construcción y cuándo esperar a la siguiente ola.
Nosotros somos como la cáscara de la nuez: si tratas de abrirla en el momento equivocado, no se abrirá, pero una vez que está madura, le das un golpe en el lugar adecuado, y se abre con facilidad. Recuerda la frase de sabiduría milenaria que dice: “Solo cuando los oídos del alumno estén preparados, aparecerá la voz del maestro”.
La vida diaria es nuestro proceso de maduración. Y un día, alguien o algo aparecerá y nos despertará, para que iniciemos nuestro proceso de apertura, hacia el conocimiento de nuestros propios procesos y a partir de ese momento se cruzaran en nuestra vida los seres que necesitemos, llegando tan lejos como quieras llegar en el proceso de aprendizaje, en función del trabajo y esfuerzo que pongas en ello.
El mundo natural baila al son de la música del cambio, el paso de las estaciones, las evoluciones de los cielos, el día convirtiéndose en noche. Todas las cosas ocurren en su propio momento, en el instante adecuado, cambiando y creciendo, apareciendo y desapareciendo, creciendo y decreciendo, el flujo y el reflujo. Cualquier cosa que sube baja, y cualquier cosa que baja puede subir otra vez. Esta es la Ley de los Ciclos: "Los vientos de cambio pueden venir con la fuerza de un huracán, destrozando nuestra vida, o como una suave brisa acariciando nuestro Saber, que ese cambio es la única constante, que ocurre con forma propia, y en el tiempo y espacio adecuados.
Siempre he tenido diferentes sentimientos sobre el cambio. Algunas veces cuando la vida se torna monótona, lo deseo, pero cuando las cosas van bien, un cambio puede ser difícil.
El cambio por sí mismo no es difícil. Pasa con tanta naturalidad como una puesta de sol. Pero la mayoría de nosotros buscamos rutinas familiares para crear una sensación de control, seguridad y orden en nuestra vida, por tanto, el cambio puede parecer una bendición o una maldición, dependiendo de nuestros deseos.
La Ley de los Ciclos nos recuerda, que el Universo está en continuo cambio, en continuo movimiento, que al mismo tiempo que las estaciones cambian, también debemos hacerlo nosotros, que nuestros viejos hábitos no han de controlar nuestra vida, que nuestro pasado no tiene por qué convertirse en nuestro futuro, y que la inercia del cambio nos lleva a una mayor consciencia, sabiduría, y paz.
Hacer de jardinero a través de las cuatro estaciones nos ayuda a entender e integrar dentro de nosotros, las lecciones que la Madre Naturaleza nos da sobre la Ley de los Ciclos: Aprendiendo que las semillas sólo se reproducen de su mismo tipo, que sólo recoges lo que siembras, que cada cosecha tiene un tiempo diferente de siembra, al igual que cada una tiene también un tiempo diferente de recogida, que cuando recoges la cosecha has de guardar algunas semillas para la siguiente siembra, que tienes que acabar un ciclo para poder comenzar otro, que hay un momento en todas las semillas para nacer, crecer, evolucionar, y eventualmente morir, para ser enterradas y de esa forma ser útiles como abono (experiencia) al plantar una nueva cosecha. Tal como las semillas, los ciclos de nuestras vidas se van sucediendo de la misma manera.
Esta es una invitación a disfrutar cada estación de nuestra vida. Preparar el terreno, con conocimiento y amor, pacientemente, luego plantar las semillas, hacer el trabajo, y luego recoger los abundantes frutos. Aceptar la buena fortuna y la adversidad como aceptamos el cambio de estaciones.
Disfrutar la helada belleza de un día de invierno y los calurosos días de verano, ya que con suficiente rapidez, cada estación, cada día, cada momento, pasa a la historia, y su parecido exacto puede no ser visto nunca más. En vez de desear el verano en medio del frío invierno o pedir vientos frescos en los calurosos días de verano, abracemos cada estación por sus propios regalos. Alinéate con los ciclos del tiempo y transformación, navegando sobre el cambio como los barcos sobre las olas. Todas las cosas tienen un momento más favorable y uno menos favorable. Las puertas se abren y se cierran; las energías suben y bajan. Un pensamiento o una acción iniciados cuando la energía está subiendo se encaminan fácilmente hacia su realización, pero un pensamiento o acción iniciado en un ciclo de descenso tiene una mayor dificultad para su realización.
Es entonces cuando la Ley de los Ciclos se combina con La Ley de la Acción para revelarnos que la paciencia es el mejor componente de la sabiduría. Decía el Sabio: La paciencia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos muy dulces, la sabiduría de saber cuándo hay que actuar y cuándo hay que estar sereno, cuándo hablar y cuando callar, cuando trabajar y cuando descansar, cuándo subirte a la energía de un ciclo en construcción y cuándo esperar a la siguiente ola.
Nosotros somos como la cáscara de la nuez: si tratas de abrirla en el momento equivocado, no se abrirá, pero una vez que está madura, le das un golpe en el lugar adecuado, y se abre con facilidad. Recuerda la frase de sabiduría milenaria que dice: “Solo cuando los oídos del alumno estén preparados, aparecerá la voz del maestro”.
La vida diaria es nuestro proceso de maduración. Y un día, alguien o algo aparecerá y nos despertará, para que iniciemos nuestro proceso de apertura, hacia el conocimiento de nuestros propios procesos y a partir de ese momento se cruzaran en nuestra vida los seres que necesitemos, llegando tan lejos como quieras llegar en el proceso de aprendizaje, en función del trabajo y esfuerzo que pongas en ello.