Las frustraciones, entendidas como una consecuencia sicológica de la imposibilidad interior o exterior de alcanzar un objeto o situación para la satisfacción de una necesidad, son experiencias ingratas. Depende de nosotros dejarlas como tal o tratar de tomarlas como una prueba a nuestro estado de equilibrio interno y a nuestras capacidades de trabajar la paciencia, jerarquías en la vida, creatividad y, por qué no, sentido del humor.
La frustración se produce cuando aparece una barrera o interferencia invencible en la consecución de una meta o motivación. Podemos decir que la frustración es un sentimiento que viene generado por un malestar. Que se manifiesta como un estado de vacío o de anhelo insaciado. Dicho malestar está provocado porque “quiero algo”… Es una necesidad insatisfecha. Por lo tanto vivimos en un estado de frustración permanente. Porque hay muchísimas necesidades que no hemos satisfecho.
La frustración y los conflictos son un quehacer ordinario de nuestras vidas. Ellos no sólo interactúan entre sí, sino que viene hacer una de las fuentes más importantes del comportamiento humano. Y de tal modo, que la manera como el individuo los resuelva, dependerá, en gran medida su salud mental.
Tenemos las frustraciones de origen externo, que pueden ser "físicas", como la imposibilidad de encender el auto antes de salir del trabajo, y "sociales", como la falta de dinero para comprar algo que creemos necesitar, o las negativas de las personas a acompañarnos.
Tenemos frustraciones de origen interno: que son la inadaptación emocional y la falta de tolerancia a las mismas. De este modo el logro y el fracaso, así como la dependencia e independencia, son las principales fuentes internas de frustración y de acción.
La repetición de la frustración tiende a desarrollar la distancia entre su causa y la reacción; y puede llegar el momento en que se ha perdido la noción del origen de la frustración.
El proceso de madurez no es más que una larga carrera de obstáculos. A lo largo del desarrollo vital nos encontramos con numerosas barreras que impiden o dificultan la realización de nuestros deseos e impulsos. La auténtica madurez se consigue cuando asumimos nuestras limitaciones. Cuando sabemos convivir con las frustraciones producidas ante acontecimientos insuperables. Cuando nuestras metas y objetivos se asientan sobre un plano real, relegando nuestras fantasías al campo de la ensoñación, sabiendo en todo momento que no somos dioses ni súper humanos.
Elegir con libertad. Muchas son las personas que frustran sus expectativas porque sus normas o las de los demás no les dejan elegir con libertad. A veces “el debo” viene generado por normas sociales, morales, éticas y la persona no puede darle rienda suelta a sus verdaderas necesidades. Lo sano, es no dejarse manipular todo el tiempo en la toma de decisiones por esos “debo”, hay que intentar que “quiero” y “debo” sean similares.
¿Realmente nos hemos detenido a pensar la cantidad de veces que hacemos algo y que no queríamos realmente hacer? El hecho de tener miedo a la desaprobación y al rechazo a menudo hace difícil decir “no” a los requerimientos de los demás. Si nos pasamos la vida complaciendo a los demás, podemos perder la capacidad de saber qué es lo que realmente queremos. Es interesante que reflexionemos acerca de nuestra vida, actividades, las personas que nos rodean. Intenta en la medida de lo posible sentirte pleno en tu “quiero” y “debo”. Intenta no colocar siempre por delante esas normas generales que forman el “debo”.
Una frustración puede ser el trampolín para lograr tener un estilo de personalidad que lucha por sobreponerse a los problemas y lo hace valientemente hasta que finalmente lo logra. Nos puede enseñar que ese no era realmente el camino correcto y que finalmente debemos agradecerle a esa experiencia el haberse presentado en nuestra vida. También puede enseñarnos que en la vida hay que ocuparse de lo que verdaderamente vale la pena, como los sentimientos y las personas, por sobre las cosas materiales o los logros académicos. Y nos puede dar la posibilidad de reírnos de nosotros de una manera sana y descomplicada. Finalmente, nos puede dar la posibilidad de dejar de pedirle a la sociedad que sea perfecta, sin por ello convertirnos en seres depresivos o pesimistas, sino tan sólo realistas. Existen tres formas de reestablecer la capacidad para saber lo que uno desea:
Es necesario dejar de tomar decisiones impulsivamente
Si no tenemos clara una idea, podemos posponer la decisión utilizando frases asertivas como:
- Tengo que pensar en ello.
- Más tarde lo comentamos.
- En este momento no lo tengo claro.
Con este tipo de afirmaciones ganamos tiempo y dejamos claro a los demás que tienes opinión, aunque no sabemos cuál es en ese momento. De esta forma la sensación no será frustración porque no nos dejamos llevar abiertamente. La decisión final puede ser la que proponían otras personas, pero el hecho de exponer nuestros pensamientos nos hace libre de sentirnos manipulada. Cuando recuperemos las riendas de nuestras apetencias, a lo mejor decidimos no participar voluntariamente en las decisiones, pero ya no nos sentiremos frustradas.
No actúes de forma automática llevada por los hábitos de conducta que tienes
Lo sano ante una situación que abordar es pararse a pensar: ¿qué quiero yo realmente hacer?, ¿hago daño a alguien si decido autónomamente? A veces estamos atados a nuestras propias costumbres y sin embargo no son las actitudes que más me gustan. Lo peor de todo es auto-frustrarme porque me convierto en mi propia carcelera. Evalúa qué es lo más adecuado para ti en cada momento, e intenta no dañar a los demás en tus decisiones.
Déjate guiar pero cuando lo estimes oportuno
En ocasiones tenemos que ser educados y dejar a otros que decidan o incluso impongan su criterio. Con esto no pretendo decir que siempre tenemos que decidir nosotras, por encima de todo. Pero sí que tomemos parte activa de las situaciones que aparecen. Las normas sociales, morales y éticas están muy bien y proporcionan una vida ordenada en sociedad. Lo negativo es seguirlas a rajatabla frustrando nuestros deseos oportunos. Si te esfuerzas podrás conseguir un equilibrio entre tu “quiero” y tu “debo”.
Las barreras que se nos presentan en la búsqueda de nuestras metas, y son frustrantes pueden ser físicas, sociales o psicológicas. Las barreras nos impiden satisfacer nuestras necesidades.
Las barreras físicas son superadas con relativa facilidad. Observa como la Internet nos permite superar la barrera física de la distancia, y nos puedes comunicar en tiempo real con alguien al otro lado del mundo. Observa a tu alrededor y notarás la huella de una barrera superada con creces.
Las barreras sociales ocurre que se lucha a favor de la libertad, la igualdad y equidad entre los seres humano; se trabaja para disminuir la violencia; la pobreza, hambre, inseguridad, analfabetismo. Considere los países que en pocos años ha logrado superar obstáculos, que a otros pueblos les ha costado siglos de lucha.
Las barreras psicológicas son difíciles de superar, en virtud de la carga subjetiva de la misma. Por ejemplo, cuando dices: “No puedo”; afirmas: “Siempre he sido así, no voy a cambiar”; o concluyes: “Eso es muy difícil para mi”.
La frustración produce un conflicto; que a su vez genera un desequilibrio interno. Llegado al estado de desequilibrio, se activan algunos mecanismos compensatorios para aliviar la tensión producida. Algunos de nuestros mecanismos preferidos.
Evasión. El que evade, cuando esta desequilibrado, procura dormir mucho, usa tranquilizantes, ahoga las penas en licor, trabaja en exceso para ocupar espacio y no detenerse a pensar. En caso extremo desea la muerte.
Desistir. Cuando se considera que la barrera es insuperable, otro posible mecanismo es “colgar los guantes”; “tirar la toalla”. Abandonar la búsqueda de la meta.
Meta alternativa. En este caso, ante un obstáculo que impide alcanzar lo que deseamos, buscamos otra meta. Si no me quiere María, me busco a Juana. Como estudiar medicina resulta muy difícil, me cambio a otra carrera… ¿No hay chocolate? Déme vainilla…Vivir con Juana… obtener otra carrera… o saborear vainilla… alivia el desequilibrio. Pero seguiremos frustrados… porque no es lo que originalmente deseábamos.
Agresión a la barrera. De este modo intentamos aliviar tensiones. Si tu pareja no desea compartir contigo… la hieres de palabras… hasta maltrato físico. Generalmente la conducta agresiva es un mecanismo compensatorio que utiliza una persona frustrada.
Agresión desplazada. Típica reacción de desequilibrio. Como no puedes agredir a la barrera porque es tu jefe, una autoridad, o tu mismo; entonces te desahogas agrediendo a otros. Generalmente alguien más débil. Lamentablemente esa persona más débil es tu pareja, un hijo, un amigo, un subalterno. Que no tienen culpa, responsabilidad, ni nada que ver con tu frustración.
¿Cual es tu mecanismo favorito? tales conductas no nos conducen a nada satisfactorio, al contrario, agravan el problema. Y lo peor… seguimos frustrados.
¿Qué hacer entonces?
Superar la barrera mediante una solución de compromiso. Es decir utilizar todos nuestros recursos para enfrentar y resolver creativamente la fuente, el origen de la frustración; no los síntomas. El procedimiento es sencillo:
Acepta que estas frustrado. Analiza la causa de dicha frustración. Plantea todas las posibles soluciones. Jerarquiza las posibles soluciones en orden de importancia. Elabora un inventario de todos los recursos que tienes a tu alcance. Actúa. El asunto es decidir.
Las frustraciones no son negativas. Es una condición de la naturaleza humana. El problema es como las enfrentamos. A lo largo de nuestra existencia hemos enfrentado muchas barreras que te frustran. Pero las superamos. ¿Recuerdas cuando te levantaste y venciendo la fuerza de gravedad comenzaste a caminar?
Haz un recuento de tu vida desde que naciste. Observa la inmensa cantidad de escombros de barreras superadas. Felicítate por esos logros, que son muy tuyos. Agradece igualmente a quienes te dieron la mano para apoyarte en esos logros.
No tienes por qué vivir desequilibrado por las frustraciones… ellas son el pan de cada día… lo que necesitas es enfrentarlas creativamente. Hazlo y notarás como cambia radicalmente tu vida… en forma positiva. Muchos te admirarán y agradecerán el cambio.
No esperes mucho… Al final lo interesante es conocernos en profundidad para así poder decidir en nuestra vida.
La frustración se produce cuando aparece una barrera o interferencia invencible en la consecución de una meta o motivación. Podemos decir que la frustración es un sentimiento que viene generado por un malestar. Que se manifiesta como un estado de vacío o de anhelo insaciado. Dicho malestar está provocado porque “quiero algo”… Es una necesidad insatisfecha. Por lo tanto vivimos en un estado de frustración permanente. Porque hay muchísimas necesidades que no hemos satisfecho.
La frustración y los conflictos son un quehacer ordinario de nuestras vidas. Ellos no sólo interactúan entre sí, sino que viene hacer una de las fuentes más importantes del comportamiento humano. Y de tal modo, que la manera como el individuo los resuelva, dependerá, en gran medida su salud mental.
Tenemos las frustraciones de origen externo, que pueden ser "físicas", como la imposibilidad de encender el auto antes de salir del trabajo, y "sociales", como la falta de dinero para comprar algo que creemos necesitar, o las negativas de las personas a acompañarnos.
Tenemos frustraciones de origen interno: que son la inadaptación emocional y la falta de tolerancia a las mismas. De este modo el logro y el fracaso, así como la dependencia e independencia, son las principales fuentes internas de frustración y de acción.
La repetición de la frustración tiende a desarrollar la distancia entre su causa y la reacción; y puede llegar el momento en que se ha perdido la noción del origen de la frustración.
El proceso de madurez no es más que una larga carrera de obstáculos. A lo largo del desarrollo vital nos encontramos con numerosas barreras que impiden o dificultan la realización de nuestros deseos e impulsos. La auténtica madurez se consigue cuando asumimos nuestras limitaciones. Cuando sabemos convivir con las frustraciones producidas ante acontecimientos insuperables. Cuando nuestras metas y objetivos se asientan sobre un plano real, relegando nuestras fantasías al campo de la ensoñación, sabiendo en todo momento que no somos dioses ni súper humanos.
Elegir con libertad. Muchas son las personas que frustran sus expectativas porque sus normas o las de los demás no les dejan elegir con libertad. A veces “el debo” viene generado por normas sociales, morales, éticas y la persona no puede darle rienda suelta a sus verdaderas necesidades. Lo sano, es no dejarse manipular todo el tiempo en la toma de decisiones por esos “debo”, hay que intentar que “quiero” y “debo” sean similares.
¿Realmente nos hemos detenido a pensar la cantidad de veces que hacemos algo y que no queríamos realmente hacer? El hecho de tener miedo a la desaprobación y al rechazo a menudo hace difícil decir “no” a los requerimientos de los demás. Si nos pasamos la vida complaciendo a los demás, podemos perder la capacidad de saber qué es lo que realmente queremos. Es interesante que reflexionemos acerca de nuestra vida, actividades, las personas que nos rodean. Intenta en la medida de lo posible sentirte pleno en tu “quiero” y “debo”. Intenta no colocar siempre por delante esas normas generales que forman el “debo”.
Una frustración puede ser el trampolín para lograr tener un estilo de personalidad que lucha por sobreponerse a los problemas y lo hace valientemente hasta que finalmente lo logra. Nos puede enseñar que ese no era realmente el camino correcto y que finalmente debemos agradecerle a esa experiencia el haberse presentado en nuestra vida. También puede enseñarnos que en la vida hay que ocuparse de lo que verdaderamente vale la pena, como los sentimientos y las personas, por sobre las cosas materiales o los logros académicos. Y nos puede dar la posibilidad de reírnos de nosotros de una manera sana y descomplicada. Finalmente, nos puede dar la posibilidad de dejar de pedirle a la sociedad que sea perfecta, sin por ello convertirnos en seres depresivos o pesimistas, sino tan sólo realistas. Existen tres formas de reestablecer la capacidad para saber lo que uno desea:
Es necesario dejar de tomar decisiones impulsivamente
Si no tenemos clara una idea, podemos posponer la decisión utilizando frases asertivas como:
- Tengo que pensar en ello.
- Más tarde lo comentamos.
- En este momento no lo tengo claro.
Con este tipo de afirmaciones ganamos tiempo y dejamos claro a los demás que tienes opinión, aunque no sabemos cuál es en ese momento. De esta forma la sensación no será frustración porque no nos dejamos llevar abiertamente. La decisión final puede ser la que proponían otras personas, pero el hecho de exponer nuestros pensamientos nos hace libre de sentirnos manipulada. Cuando recuperemos las riendas de nuestras apetencias, a lo mejor decidimos no participar voluntariamente en las decisiones, pero ya no nos sentiremos frustradas.
No actúes de forma automática llevada por los hábitos de conducta que tienes
Lo sano ante una situación que abordar es pararse a pensar: ¿qué quiero yo realmente hacer?, ¿hago daño a alguien si decido autónomamente? A veces estamos atados a nuestras propias costumbres y sin embargo no son las actitudes que más me gustan. Lo peor de todo es auto-frustrarme porque me convierto en mi propia carcelera. Evalúa qué es lo más adecuado para ti en cada momento, e intenta no dañar a los demás en tus decisiones.
Déjate guiar pero cuando lo estimes oportuno
En ocasiones tenemos que ser educados y dejar a otros que decidan o incluso impongan su criterio. Con esto no pretendo decir que siempre tenemos que decidir nosotras, por encima de todo. Pero sí que tomemos parte activa de las situaciones que aparecen. Las normas sociales, morales y éticas están muy bien y proporcionan una vida ordenada en sociedad. Lo negativo es seguirlas a rajatabla frustrando nuestros deseos oportunos. Si te esfuerzas podrás conseguir un equilibrio entre tu “quiero” y tu “debo”.
Las barreras que se nos presentan en la búsqueda de nuestras metas, y son frustrantes pueden ser físicas, sociales o psicológicas. Las barreras nos impiden satisfacer nuestras necesidades.
Las barreras físicas son superadas con relativa facilidad. Observa como la Internet nos permite superar la barrera física de la distancia, y nos puedes comunicar en tiempo real con alguien al otro lado del mundo. Observa a tu alrededor y notarás la huella de una barrera superada con creces.
Las barreras sociales ocurre que se lucha a favor de la libertad, la igualdad y equidad entre los seres humano; se trabaja para disminuir la violencia; la pobreza, hambre, inseguridad, analfabetismo. Considere los países que en pocos años ha logrado superar obstáculos, que a otros pueblos les ha costado siglos de lucha.
Las barreras psicológicas son difíciles de superar, en virtud de la carga subjetiva de la misma. Por ejemplo, cuando dices: “No puedo”; afirmas: “Siempre he sido así, no voy a cambiar”; o concluyes: “Eso es muy difícil para mi”.
La frustración produce un conflicto; que a su vez genera un desequilibrio interno. Llegado al estado de desequilibrio, se activan algunos mecanismos compensatorios para aliviar la tensión producida. Algunos de nuestros mecanismos preferidos.
Evasión. El que evade, cuando esta desequilibrado, procura dormir mucho, usa tranquilizantes, ahoga las penas en licor, trabaja en exceso para ocupar espacio y no detenerse a pensar. En caso extremo desea la muerte.
Desistir. Cuando se considera que la barrera es insuperable, otro posible mecanismo es “colgar los guantes”; “tirar la toalla”. Abandonar la búsqueda de la meta.
Meta alternativa. En este caso, ante un obstáculo que impide alcanzar lo que deseamos, buscamos otra meta. Si no me quiere María, me busco a Juana. Como estudiar medicina resulta muy difícil, me cambio a otra carrera… ¿No hay chocolate? Déme vainilla…Vivir con Juana… obtener otra carrera… o saborear vainilla… alivia el desequilibrio. Pero seguiremos frustrados… porque no es lo que originalmente deseábamos.
Agresión a la barrera. De este modo intentamos aliviar tensiones. Si tu pareja no desea compartir contigo… la hieres de palabras… hasta maltrato físico. Generalmente la conducta agresiva es un mecanismo compensatorio que utiliza una persona frustrada.
Agresión desplazada. Típica reacción de desequilibrio. Como no puedes agredir a la barrera porque es tu jefe, una autoridad, o tu mismo; entonces te desahogas agrediendo a otros. Generalmente alguien más débil. Lamentablemente esa persona más débil es tu pareja, un hijo, un amigo, un subalterno. Que no tienen culpa, responsabilidad, ni nada que ver con tu frustración.
¿Cual es tu mecanismo favorito? tales conductas no nos conducen a nada satisfactorio, al contrario, agravan el problema. Y lo peor… seguimos frustrados.
¿Qué hacer entonces?
Superar la barrera mediante una solución de compromiso. Es decir utilizar todos nuestros recursos para enfrentar y resolver creativamente la fuente, el origen de la frustración; no los síntomas. El procedimiento es sencillo:
Acepta que estas frustrado. Analiza la causa de dicha frustración. Plantea todas las posibles soluciones. Jerarquiza las posibles soluciones en orden de importancia. Elabora un inventario de todos los recursos que tienes a tu alcance. Actúa. El asunto es decidir.
Las frustraciones no son negativas. Es una condición de la naturaleza humana. El problema es como las enfrentamos. A lo largo de nuestra existencia hemos enfrentado muchas barreras que te frustran. Pero las superamos. ¿Recuerdas cuando te levantaste y venciendo la fuerza de gravedad comenzaste a caminar?
Haz un recuento de tu vida desde que naciste. Observa la inmensa cantidad de escombros de barreras superadas. Felicítate por esos logros, que son muy tuyos. Agradece igualmente a quienes te dieron la mano para apoyarte en esos logros.
No tienes por qué vivir desequilibrado por las frustraciones… ellas son el pan de cada día… lo que necesitas es enfrentarlas creativamente. Hazlo y notarás como cambia radicalmente tu vida… en forma positiva. Muchos te admirarán y agradecerán el cambio.
No esperes mucho… Al final lo interesante es conocernos en profundidad para así poder decidir en nuestra vida.