De niña nunca logré entender desde la razón el milagro de Jesús de la multiplicación de los panes y los peces. Es que todos estamos habituados a concentrarnos en que lo que no tenemos, en el miedo a perder, en vez de buscar dentro nuestro los dones que nos llevan a obtener lo que deseamos.
La lógica de la privación es la fuerza que nos empuja a aferrarnos con desesperación a unas pocas cosas seguras en vez de arriesgarnos a los amplios horizontes de los recursos desconocidos.
La obsesión de que siempre habrá demasiado poco, de que no alcanza, de que no podemos dar porque no tenemos, conduce a la mezquindad y a la avaricia. El mayor sufrimiento de la lógica de privación es el miedo a perder que aparece cuando ignoramos que en realidad no tenemos nada. Sólo nos tenemos a nosotros mismos y a nuestra propia capacidad.
Cuando Jesús vio que había cinco panes y dos peces ordenó repartirlos entre cinco mil personas y sus discípulos comprobaron que alcanzó para todos. Si no creemos en lo sobrenatural, basta con mirar a nuestro alrededor y ver que el milagro sucede todos los días.
La riqueza está dentro de nosotros, en todo aquello que realmente tenemos y que ignoramos que está o cómo usarlo. No pretendo que estas palabras sean una propuesta para terminar con el hambre mundial. Sin embargo creo que las cosas pueden cambiar si en vez de pensar que en el mundo debe haber pobres y ricos nos convencemos de que es posible un mundo con abundancia para todos. Más que nada en estos maravillosos momentos en que la ciencia nos devela los secretos de la naturaleza.
La Vida es un manantial inagotable que se ofrece para todos, quienes lo descubren acceden a la verdadera riqueza.
Vivir con miedo y desconfianza tal vez protege nuestros bienes materiales, sin embargo nuestra felicidad será mayor si con una lógica de abundancia abrimos, sin recelos y de par en par, las puertas de nuestro corazón.
La lógica de la privación es la fuerza que nos empuja a aferrarnos con desesperación a unas pocas cosas seguras en vez de arriesgarnos a los amplios horizontes de los recursos desconocidos.
La obsesión de que siempre habrá demasiado poco, de que no alcanza, de que no podemos dar porque no tenemos, conduce a la mezquindad y a la avaricia. El mayor sufrimiento de la lógica de privación es el miedo a perder que aparece cuando ignoramos que en realidad no tenemos nada. Sólo nos tenemos a nosotros mismos y a nuestra propia capacidad.
Cuando Jesús vio que había cinco panes y dos peces ordenó repartirlos entre cinco mil personas y sus discípulos comprobaron que alcanzó para todos. Si no creemos en lo sobrenatural, basta con mirar a nuestro alrededor y ver que el milagro sucede todos los días.
La riqueza está dentro de nosotros, en todo aquello que realmente tenemos y que ignoramos que está o cómo usarlo. No pretendo que estas palabras sean una propuesta para terminar con el hambre mundial. Sin embargo creo que las cosas pueden cambiar si en vez de pensar que en el mundo debe haber pobres y ricos nos convencemos de que es posible un mundo con abundancia para todos. Más que nada en estos maravillosos momentos en que la ciencia nos devela los secretos de la naturaleza.
La Vida es un manantial inagotable que se ofrece para todos, quienes lo descubren acceden a la verdadera riqueza.
Vivir con miedo y desconfianza tal vez protege nuestros bienes materiales, sin embargo nuestra felicidad será mayor si con una lógica de abundancia abrimos, sin recelos y de par en par, las puertas de nuestro corazón.